Si pensabas que ya lo habías visto todo en cuanto a historias surrealistas de cubanos en el exterior, espera a escuchar esta. Porque sí, señoras y señores: Alex Otaola, el presentador más polémico del exilio, tuvo que demostrar —literalmente— que estaba vivo después de que un banco en Estados Unidos lo reportara como fallecido. Y todo por un misterioso saldo negativo de 99 billones de dólares. Sí, billones con “b”. Ni en una película.
Todo comenzó cuando Otaola terminó su transmisión habitual y se disponía a cerrar el día. De pronto, un mensaje de su banco: “Su cuenta presenta un saldo negativo de $99,000,000,000”. Imagínate tú, recibir una alerta así justo antes de dormir. Cualquiera pensaría que le hackearon la vida completa. El influencer creyó inicialmente que era un fraude, algo relacionado con clonación de tarjetas o algún error de sistema, porque la cifra no tenía ni pies ni cabeza.
Al llamar al banco para aclarar el asunto, la cosa se puso aún más rara. Los empleados no podían darle detalles precisos, pero sí algo que lo dejó frío: según sus registros internos, Alex Otaola estaba muerto. Así mismo. Fallecido, difunto, finado. Y que tenía que presentarse al día siguiente en la sucursal con “su persona” para resolver el problema. Una ironía total.
Otaola explicó que, en medio de todo esto, no pudo evitar pensar en los ataques recientes que había recibido en redes sociales. Entre ellos, un video del comediante Mancebo y mensajes de usuarios que se alegraban de la idea de verlo “del otro lado”. Todo eso le dio una espina de sospecha: ¿y si no era casualidad?
Al día siguiente, Otaola fue al banco a probar que estaba, efectivamente, respirando. Tras revisar documentos y hacer el cruce de información, la institución encontró el origen del enredo: una confusión con una compañía involucrada en un litigio de herencia. El número identificador de esa entidad era casi idéntico al de una de las empresas vinculadas a Otaola. Y por esa simple coincidencia, lo metieron en la lista de los que ya no están entre nosotros.
Para rematar el absurdo, el presentador contó que la empleada que lo atendió incluso le dijo por teléfono que “evidentemente usted no está muerto”, como si eso fuera una revelación. Más tarde, cuando le contó a un conocido lo que había ocurrido, este le respondió en tono de broma: “Ese número no habla con espíritus”. Humor negro cubano en su máxima expresión.
Finalmente, Otaola logró resolver todo sin consecuencias financieras. Lo único que lamentó fue no haber podido conducir El Mañanero ese día, pero aseguró que ya retomó todas sus actividades. Cerró la historia afirmando que estas cosas solo le pasan a él. Y la verdad… no es difícil creerlo.










