El humorista Ulises Toirac volvió a hacer lo que el régimen detesta: decir la verdad sin maquillaje. Con una publicación breve, punzante y afilada, el actor puso en su sitio la celebración oficial por los 4,5 millones de dólares donados por Catar para supuestamente “rehabilitar” parte del Sistema Electroenergético Nacional en La Habana, Artemisa y Mayabeque.
Toirac no le restó valor al gesto catarí. Todo lo contrario: agradeció el aporte y reconoció que un dinero así “no anda tirado en la calle”. Pero desde ahí mismo soltó la bomba que desarmó el triunfalismo gubernamental. Explicó que el SEN no está roto por un huequito ni por una grieta. El SEN está hecho una soberana mierda, tan remendado, parchado y maltratado que ya solo funciona “amarrado con soga”.
El humorista utilizó una metáfora casera que dejó al Gobierno sin réplica: un par de zapatos viejos que primero se pegan con engrudo, después se cosen, más tarde se refuerzan con tiras, y finalmente terminan amarrados con soga porque ya no dan más. Y remata: “Los zapatos finiquitaron, asere”. Así mismo está el sistema eléctrico cubano después de décadas de abandono y chapucería.
Toirac recuerda que un sistema electroenergético no es una chancleta rota. Es una estructura gigante, compleja y carísima. Necesita planificación, inversión, tecnología y una voluntad política seria, nada de lo cual ha tenido Cuba. Por eso afirma que los 4,5 millones de Catar son apenas “el zapatero pa’l primer huequito”, cuando lo que hay que arreglar es el zapato completo que no queda ni para dárselo a un primo en el campo.
La pulla final fue de colección. “Haga la fiesta que usted quiera. Alégrese… No tiene zapatos ¿oyó?”. Un dardo directo al triunfalismo vacío que desde el Palacio de la Revolución venden cada vez que alguien del extranjero les tira un salvavidas.
La donación catarí: otro parche para un país que ya no aguanta más parches
El régimen presentó la ayuda catarí como una victoria y hasta como muestra de “solidaridad internacional”, pero Toirac puso el dedo donde duele. La isla sigue dependiendo de fondos externos para sostener servicios básicos que el mismo sistema destruyó con años de ineficiencia y corrupción.
El proyecto, administrado por el PNUD, beneficiará a poco más de dos millones de personas. Pero ese titular bonito no cambia la realidad: la estructura energética del país está al borde del colapso y lo que entra desde afuera solo sirve para posponer la explosión.
Cuba necesita un plan energético serio, moderno y transparente. No un parche internacional cada seis meses.
Mientras el Gobierno celebra donaciones ajenas, el pueblo sigue en apagones eternos, cocinando con leña, perdiendo alimentos, durmiendo en el calor y viendo cómo cada noche la isla se hunde un poco más.
La reflexión de Toirac resume el estado actual de Cuba mejor que cualquier parte de la UNE: el sistema no está en crisis; está muerto en vida. Y el régimen, en vez de reconocerlo, organiza fiestas, corta cintas y escribe titulares, como si un zapato amarrado con soga fuera la gran hazaña del desarrollo socialista.







