Un doble asesinato en Baracoa volvió a estremecer a Guantánamo, y esta vez las autoridades confirmaron la captura del presunto responsable: Justo Matos Castillo, señalado como el hombre que le arrebató la vida a Yinet Labañino Aosta y Yoeldis Leyva Guilarte en una vivienda de La Loma, en el Consejo Popular Cabacú.
La noticia cayó como un mazazo en una provincia ya golpeada por la violencia y el abandono. Según la página oficialista Guantánamo y su Verdad, el detenido habría actuado movido por un conflicto personal y pasional, aunque muchos en Baracoa sienten que aquí hay algo más profundo: un país donde la desesperación crece y la gente vive al límite.
Testigos contaron que Matos llegó directo a la casa de Yinet y que la discusión estalló al instante, escalando en apenas segundos a una tragedia que dejó a toda la comunidad paralizada. Mientras la policía movía cielo y tierra para mostrar “eficiencia”, el vocero del régimen aseguró que el hombre fue capturado de inmediato y que enfrentará cargos por asesinato. Lo habitual: palabras duras, promesas de justicia y un silencio enorme sobre las condiciones sociales que alimentan estas desgracias.
Las autoridades repitieron que el acusado tendrá que responder “conforme a la gravedad de los hechos”. Pero para los vecinos, nada de eso devuelve lo perdido. Yinet deja una adolescente y un niño pequeño, dos menores que quedaron en la más dura orfandad. Dos vidas fracturadas por un país que no les ofrece ni seguridad, ni apoyo, ni futuro.
El periodista Yosmany Mayeta lo resumió con una frase que retumbó en redes: “Una pérdida irreparable y un dolor que marcará para siempre sus vidas.”
En Baracoa, la conmoción no baja. En Guantánamo, el miedo sigue creciendo. Y en Cuba, cada vez son más las historias que revelan un país donde la vida vale menos de lo que debería y donde el régimen se limita a dar partes oficiales sin enfrentar la raíz del problema.










