Horror en Granma: ancianos bebiendo agua del río Cauto para no morir de sed

Redacción

La situación en el municipio Río Cauto, en Granma, parece sacada de otro siglo, pero lamentablemente es el presente. Vecinos del lugar —entre ellos ancianos, personas enfermas y familias enteras— llevan más de un mes sin una gota de agua potable, obligados a caminar hasta el contaminado río Cauto o incluso a una laguna para poder recoger algo de líquido y sobrevivir. Sí, sobrevivir, porque ni siquiera se trata de agua apta para el consumo.

Para colmo, esta crisis no es nueva. Ya antes del paso del huracán Melissa la situación era grave, pero tras el temporal y la falta total de respuesta institucional, se volvió un desastre humanitario. Y es que el gobierno local parece estar en modo “no disponible”, mientras la gente se juega la salud —y la vida— por un balde de agua sucia.

La denuncia más contundente llegó a través de Aricel Céspedes, quien en el grupo de Facebook “Revolico Río Cauto” describió la escena diaria en Cauto del Paso: ancianos cargando cubos desde un río lleno de sedimentos, bacterias y animales muertos arrastrados por las inundaciones. “Un agua que no se puede tomar”, escribió, indignado. Otros vecinos ni siquiera tienen esa opción y deben recurrir a una laguna que está igual de insalubre… o peor.

Aricel lanzó una pregunta que resume el sentimiento colectivo:
“¿Por qué es tan difícil llevar una pipa de agua potable? ¿Cómo es posible que esto esté pasando y nadie dé solución?”

Y por si fuera poco, recordó que la turbina que abastecía al poblado lleva más de un año rota. Un año entero esperando gestión, reparación o al menos una explicación. Nada. Y cuando Melissa inundó todo, el problema se multiplicó: el río quedó totalmente contaminado y obtener agua segura se volvió casi imposible. El colmo del absurdo: después de tanta agua, ahora la gente tiene que preocuparse por morir de sed.

Céspedes también alertó sobre casos más graves: personas discapacitadas y enfermos que simplemente no pueden llegar hasta el río. Mientras tanto, según denuncian, la dirección municipal priorizó otras zonas, dejando a comunidades enteras hundidas en lodo, mosquitos y sed… literalmente.

Un mes después del huracán Melissa, lejos de mejoras, la recuperación parece detenida en seco. Pozos destruidos, infraestructura dañada, hogares arrasados… y ni un plan claro. Las familias aseguran que no hay cronograma, ni información, ni voluntad de resolver.

Para rematar, en noviembre —en pleno caos— las autoridades anunciaron que el agua “natural” para los damnificados se vendería a 40 pesos por núcleo, una medida que provocó rabia inmediata. En vez de apoyo, la gente recibió tarifas. Y algo similar ocurrió con los colchones para los afectados: el Estado “subsidia, pero no regala”, repitieron los funcionarios.

El resultado: una comunidad abandonada entre el lodo y la sed, con ancianos arriesgando la vida para cargar agua contaminada, enfermos sin alternativa y un gobierno incapaz de garantizar siquiera lo básico.

Hoy, el llamado de los vecinos es un grito desesperado:
“SOS: Agua potable para Cauto del Paso y para todos los que la necesiten.”

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