La historia de una joven cubana graduada de Medicina que cambió el hospital por la barra de un bar se volvió viral y dejó al desnudo la tragedia profesional que vive la isla. La creadora de contenido @magguie_lu_ contó en Instagram cómo terminó preparando mojitos en vez de recetar antibióticos, un giro que ya ni sorprende en un país donde el éxodo de médicos ha convertido el sistema de salud en un cascarón vacío.
“Empecé como dependienta y en dos semanas ya estoy detrás de la barra inventando, aprendiendo y creciendo. No es lo que soñé, pero es lo que hoy me impulsa”, confesó Magguie en un mensaje que tocó fibras. Reconoció que, aunque estudió Medicina, tuvo que buscarse la vida en un bar-restaurante porque la profesión no le daba ni para respirar. Y lo dijo sin pena: hace dos semanas faltó el barman, la pusieron ahí, no sabía ni hacer café… y hoy domina todos los cócteles.
Su historia es dulce, inspiradora y dolorosa al mismo tiempo. Dulce porque demuestra que la juventud cubana tiene talento de sobra para reinventarse. Dolorosa porque un país que obliga a sus médicos a trabajar detrás de un mostrador es un país que perdió el rumbo hace rato.
Las cifras oficiales lo confirman. La ONEI reportó que Cuba pasó de 106,131 médicos en 2021 a solo 75,364 en 2024. Eso significa que se evaporaron 30,767 galenos en tres años, una caída brutal que ni el propio régimen ha logrado disfrazar. Con hospitales sin recursos, farmacias vacías y pacientes esperando lo imposible, la realidad ya no admite maquillaje.
Mientras los jóvenes como Magguie buscan sobrevivir como pueden, el sistema de salud que por décadas el gobierno presentó como su “joya de la corona” se desmorona sin freno. Y lo peor es que cada historia como la de ella confirma lo que todos saben y pocos dicen en voz alta: en Cuba, hoy es más rentable preparar un daiquirí que ejercer la Medicina.
