Se disparan los casos de chikungunya en Cuba: El régimen reconoce que en solo un día se confirmaron casi 500 nuevos positivos

Redacción

Las autoridades sanitarias del régimen reconocieron un nuevo aumento de los casos de chikungunya en Cuba, un escenario que vuelve a poner en evidencia el desastre epidemiológico que vive el país. Según informó la viceministra de Salud Pública, Carilda Peña García, en la última jornada se detectaron 466 nuevos casos, apenas 26 confirmados por PCR y el resto clasificados como sospechosos clínicos, porque en pleno 2024 Cuba sigue sin capacidad real para diagnosticar.

Durante la actualización televisiva, Peña aseguró que el sistema de salud evaluó 2,712 personas con síndrome febril, una cifra que por sí sola retrata el descontrol epidemiológico. Cerca del 80% de esos pacientes permanecía ingresado en el domicilio, no por estrategia, sino porque los hospitales ya no tienen ni oxígeno, ni camas, ni condiciones mínimas.

La viceministra insistió en que “lo que prima es el chikungunya”, aunque reconoció que el dengue también está subiendo, con una tasa diaria de incidencia de 6,52, casi el doble de lo registrado la semana anterior. Del oropouche aseguró que “no hay casos”, un comentario que muchos cubanos reciben con escepticismo, dado el historial de opacidad del Ministerio de Salud.

Con respecto a los cuadros más severos, Peña señaló que los ingresos en terapia intensiva disminuyeron levemente, aunque la mayoría de los pacientes graves son menores de 18 años, un dato alarmante que desmonta cualquier discurso triunfalista. Dijo además que se están enfermando bebés en etapa de lactancia, algo que confirma la circulación intensa del virus en barrios y comunidades donde el control vectorial hace rato dejó de funcionar.

A pesar de esta realidad, la viceministra intentó vender un tono optimista. Habló del “comportamiento positivo” de los pacientes críticos, cuando este mismo lunes nueve menores permanecían en estado crítico, y un total de 71 personas seguían graves o al borde del colapso, en un sistema hospitalario que no puede garantizar ni sueros, ni analgésicos, ni reactivos básicos.

Sobre la lucha contra el mosquito, Peña reportó supuestos avances. Dijo que se recogieron 137 focos y que el índice de infestación era de 0,47, “propicio para la transmisión”, como si la frase no reflejara, en sí misma, la incapacidad del Estado para controlar siquiera un mosquito en un país que lleva décadas viviendo epidemias recurrentes de arbovirosis.

También aseguró que la fumigación alcanzó el 97,5% de lo previsto y pidió cerrar las casas 45 minutos. En la práctica, los cubanos saben que ese humo muchas veces llega tarde, llega mal o simplemente no llega.

La funcionaria recordó que Cuba está bajo vigilancia de la OPS y la OMS, con obligación de reportes y coordinación internacional. Sin embargo, nada de eso ha evitado que el país caiga en un ciclo permanente de brotes, desabastecimiento y hospitales al límite.

El panorama actual, con menores en terapia intensiva, cientos de casos nuevos diarios y comunidades enteras bajo riesgo, confirma lo que ya es evidente para todo el país: mientras el régimen mantiene su aparato político intacto, la salud pública sigue hundiéndose en una crisis sin freno, y los mosquitos, como siempre, llevan la delantera.

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