La Administración Trump volvió a plantarse firme frente al régimen cubano, dejando claro que Estados Unidos no piensa hacerse el de la vista gorda ante la represión creciente y el desastre económico que vive la isla. En un mensaje publicado por la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Washington acusó abiertamente a la cúpula de Díaz-Canel de “temer los cambios necesarios para rescatar al país de la miseria”. Y esa frase le cayó al castrismo como un cubo de hielo en la espalda.
Desde la cuenta oficial en X, Estados Unidos señaló que la burocracia cubana, ineficaz y desconectada del pueblo, no solo destruye la sociedad cubana, sino que además ni se atreve a pensar en las reformas mínimas que podrían frenar el hambre, la falta de medicinas o los apagones eternos. Según el comunicado, el régimen vuelve al mismo método de siempre: encarcelar a quienes denuncian el sufrimiento del pueblo. La fórmula preferida de la dictadura desde hace más de seis décadas.
Washington afirmó que seguirá exigiendo la libertad de todos los presos políticos, una postura que la Administración Trump —y especialmente el secretario de Estado Marco Rubio— han reiterado una y otra vez. Ambos han mantenido una línea dura contra La Habana, denunciando la represión y el maridaje del castrismo con otros gobiernos autoritarios de la región.
Este mensaje llega en un momento en que la represión dentro de Cuba está en alza. Activistas, periodistas y artistas independientes viven bajo hostigamiento constante, citaciones policiales, vigilancia y detenciones arbitrarias. El país está al borde del colapso mientras el Gobierno sigue justificándose con el cuento del embargo, evitando reconocer la pésima gestión, la corrupción y el inmovilismo que hunden a la isla más cada día.
La Administración Trump también recordó que continuará coordinando con socios internacionales para apoyar a la sociedad civil cubana, exigir la libertad de los encarcelados por motivos políticos y denunciar la censura que el régimen usa para controlar la información. Todo esto en un escenario donde Cuba atraviesa su peor crisis socioeconómica en décadas, con apagones interminables, inflación absurda, escasez de alimentos y un sistema de salud desmoronado.
En paralelo, el Congreso estadounidense y Marco Rubio han insistido en que la única salida real para Cuba será cuando el pueblo pueda decidir su futuro sin miedo, sin represión y sin el peso de una dictadura que ya ni disimula su fracaso.
Mientras tanto, en la isla la realidad es la misma de siempre, pero cada vez peor. Los opositores siguen apresados o vigilados, las voces críticas son silenciadas y la miseria acumula más víctimas que cualquier ciclón. Y aun así, el régimen continúa aferrado a su poder, aunque el país entero se les esté cayendo a pedazos.
