Cuba estalló este miércoles acusando a Estados Unidos de un “acto de piratería” después de que un petrolero fuera incautado frente a las costas de Venezuela. Según Axios, el buque transportaba crudo venezolano rumbo a la isla a través de rutas clandestinas asociadas al mercado negro energético.
La operación, ejecutada por el FBI, la Guardia Costera y el Departamento de Seguridad Nacional con apoyo del Departamento de Guerra, golpea de lleno uno de los pocos mecanismos que el régimen de La Habana ha usado para sortear las sanciones internacionales. Se trataba de un VLCC con capacidad para más de 320,000 toneladas, sancionado desde hace años por participar en redes ilícitas que movían petróleo venezolano e iraní. Parte de ese crudo incluso era revendida por Cuba hacia Asia y China, según fuentes citadas por Axios, en esquemas que involucran a familiares de Raúl Castro.
En La Habana la reacción no se hizo esperar. Miguel Díaz-Canel calificó la incautación como “un acto de piratería, violatorio del Derecho Internacional” y expresó su apoyo incondicional a Nicolás Maduro. En su cuenta de X, Díaz-Canel escribió que se trataba de “una escalada en la agresión contra ese hermano país”. Por su parte, el canciller Bruno Rodríguez arremetió contra Washington, denunciando “un vil acto de piratería que atenta contra el libre comercio y la libertad de navegación”, y volvió a señalar una supuesta “escalada agresiva” de EE.UU. contra Venezuela y Cuba.
Mientras tanto, en Washington la reacción fue muy distinta. Donald Trump celebró la captura del petrolero, calificándolo de “el mayor jamás incautado”. Consultado sobre el destino del crudo, el expresidente respondió entre risas: “Nos quedamos con el petróleo, ¡supongo!”, y bromeó con que los periodistas podrían “seguir el barco en helicóptero” para descubrir el resto.
La operación es considerada en Estados Unidos como un golpe doble: afecta las finanzas de Maduro y corta una línea vital de suministro energético que mantiene funcionando las termoeléctricas y servicios básicos en la isla. Para muchos cubanos, el episodio solo evidencia la fragilidad de un país que depende de cargamentos como este para sobrevivir en medio de la crisis prolongada.
La tensión en el Caribe crece mientras Washington anuncia posibles nuevas acciones y Caracas lanza advertencias sobre amenazas de intervención. En medio de ese tablero geopolítico, Cuba vuelve a quedar expuesta, recordando que su dependencia energética y económica es tan evidente como su incapacidad para sostener servicios básicos sin ayuda externa.







