Dueño de carro moderno tendrá que soltar miles de pesos para arreglarlo luego que le cayese encima un balcón en La Habana Vieja

Redacción

La Habana Vieja sigue desmoronándose pedazo a pedazo mientras el régimen mira para otro lado. Este martes, parte de un balcón del edificio Macera, en la calle Teniente Rey 118, terminó desplomándose sobre un carro estacionado justo frente a un grupo de cajeros automáticos. La escena, en pleno centro histórico y en una zona que vive repleta de gente, provocó un susto monumental aunque, por pura suerte, nadie salió herido.

El edificio, levantado en 1931 y bajo la supuesta protección de las instituciones encargadas del famoso “Plan maestro”, llevaba tiempo mostrando señales claras de desgaste. Según un colaborador de CubaNet que grabó el derrumbe, los vecinos han intentado arreglar por su cuenta lo que el Estado abandonó, pero los inspectores oficiales les cayeron arriba con multas absurdas de hasta 20.000 pesos. La justificación: “no pueden tocar un inmueble patrimonial sin permiso”. O sea: no lo arreglas tú, pero tampoco lo arreglan ellos. El deterioro gana por forfeit.

El video del momento recoge el impacto exacto del desplome sobre el vehículo. Uno de los testigos lo resume con la frase que muchos cubanos repiten a diario: “De milagro no mató a uno”. Acto seguido, el hombre le pregunta al dueño del carro quién le va a pagar ahora los daños, y el conductor, resignado, solo alcanza a decir que el auto estaba nuevo. Nuevo… hasta que la realidad habanera cayó literalmente encima.

Lo más preocupante es que este balcón no era una excepción. Los vecinos aseguran que esa misma fachada lleva años soltando pedazos, provocando heridos y daños a quienes simplemente pasan o esperan en la cola del cajero. “Esos balcones se han caído varias veces y le han partido la cabeza a gente”, relató el testigo que grabó todo.

Tras la publicación del video, las redes estallaron con indignación. La mayoría culpa directamente al abandono del régimen, que permite que La Habana se convierta en un escenario donde caminar por la acera o por la calle es una ruleta rusa. Muchos usuarios expresaron su frustración por la falta de mantenimiento y el absurdo acoso de inspectores que multan a quien intenta evitar una tragedia. Otros reaccionaron con humor negro, ese humor típico del cubano que ya no sabe si reír o llorar. “Eso lo paga el seguro Canel insurance”, soltó uno. “En Cuba el único seguro es correr a tiempo”, dijo otro. Pero entre la burla había un sentimiento común: esto pudo haber terminado en una desgracia mayúscula.

Los derrumbes en La Habana Vieja se han vuelto parte del paisaje. Según datos oficiales de 2019, más de 850 edificios en Cuba estaban en estado crítico, y casi 700 de ellos se encontraban en la capital. No son cifras vacías: en los últimos años, los colapsos han cobrado decenas de vidas. El caso más doloroso sigue siendo el del 27 de enero de 2020, cuando un balcón asesino cayó sobre tres niñas en Jesús María. Aquel hecho se convirtió en símbolo del abandono total del fondo habitacional habanero, un abandono que el régimen intenta esconder pero que la ciudad exhibe cada día con su arquitectura partida y su gente viviendo con miedo.

Los vecinos del edificio Macera aseguran que han alertado más de una vez sobre el peligro de esos balcones deteriorados. No los escucharon. Y ahora, como casi siempre, solo queda esperar el próximo susto… o la próxima tragedia.

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