Apenas unas horas después de que el Partido Comunista anunciara que su XI Pleno se hará a la carrera, en un solo día y por videoconferencia, llegó otra señal del naufragio institucional: la Asamblea Nacional también reducirá su sesión a una única jornada virtual el próximo 18 de diciembre. Ni el propio Parlamento logra escaparse del apagón permanente en que vive el país.
El plan original incluía más debates y trabajo legislativo, pero el Gobierno lo recortó sin contemplaciones “por la gravedad del momento”. Y sí, la situación está tan dura que hasta las estructuras que presumen de “poder popular” funcionan hoy como teléfonos con poca batería: en modo ahorro extremo.
La decisión se tomó en una sesión del Consejo de Estado encabezada por Esteban Lazo, rodeado del caos habitual del 2024 cubano: apagones interminables, combustible desaparecido, inflación sin freno y un país entero protestando a oscuras. Desde el oficialismo intentaron justificar el tijeretazo como una respuesta responsable ante el “complejo escenario nacional”, pero la gente no se come ese cuento.
Este anuncio llega pegado al recorte del XI Pleno del PCC, que pasó de dos días a uno solo y también por videollamada. El Buró Político aseguró que quieren mantener a los cuadros “en la base”, resolviendo problemas. Pero en la calle, la reacción fue inmediata: la gente exige soluciones, no más reuniones virtuales donde lo único que se produce es calor y palabrería.
Mientras los altos cargos se esconden detrás de pantallas, el Consejo de Estado revisó otro de esos programas rimbombantes que ya nadie se toma en serio: el famoso “Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía”. El oficialismo presume de más de 6,300 reuniones y casi 13,000 propuestas… pero la vida del cubano continúa más dura que nunca, con colas eternas, precios disparados y un país apagado a la fuerza.
En esta sesión exprés, los diputados deberán aprobar varios decretos-leyes, incluidas nuevas normas sobre ciencia, tecnología e innovación, además del cronograma legislativo hasta 2026. Documentos que suenan muy elegantes, pero que poco alivian al cubano que no tiene cómo cocinar, que amanece sin electricidad y que vive con el miedo de que mañana todo esté peor.
Al final, lo que cala en la gente no es la agenda de leyes ni las videoconferencias: es la evidencia de que ni el propio Estado funciona con normalidad. Un país gobernado a media máquina, donde las instituciones solo existen para hacerse fotos… mientras la población enfrenta oscuridad, hambre y un deterioro general que ya nadie puede ocultar ni justificar.







