En San Antonio del Sur, Guantánamo, hay una familia que está viviendo una tragedia silenciosa mientras las instituciones miran para otro lado. No es un caso aislado, pero sí es uno de esos que te aprieta el pecho porque muestra, sin maquillaje, la crueldad del sistema.
El padre sufre dolores tan fuertes en el cuello que no lo dejan ni dormir. La madre está prácticamente ciega, no distingue ni una sombra, y los médicos ya han dicho que sus posibilidades de recuperar la vista son mínimas. Pero la familia no puede pagar consultas ni tratamientos, porque en Cuba la salud será “gratuita”, pero solo en los discursos.
El hijo, que también tiene problemas de salud, es quien carga con los dos. Atiende a su manera, con lo poco que tiene y con una entrega que ya quisieran muchos funcionarios que solo saben llenar papeles y poner trabas.
La familia recibe una chequera de asistencia social que da pena. No alcanza ni para comprar un miserable paquete de pollo, ni cinco libras, ni nada que permita mantener un hogar. Y aun así, los funcionarios que deberían protegerlos están amenazando con quitarles esa ayuda, solo porque el muchacho logró conseguir un trabajito como guardia para que no se mueran de hambre.
Es absurdo. Es inhumano. Y es la Cuba real.
La propia comunidad sabe que esta gente pasa hambre. Hay días en que no pueden almorzar ni cenar. No porque quieran hacer dieta, sino porque no hay comida. Es imposible sobrevivir con esa chequera y un salario mínimo, y aun así el Estado pretende cortarles la poca ayuda que reciben, como si el hijo se hubiera hecho rico de la noche a la mañana.
¿Cómo se explica semejante crueldad? ¿Cómo se le llama a un sistema donde la pobreza te castiga y la asistencia social te persigue en vez de ayudarte? Esto no es un trámite mal hecho: es una injusticia total. Una falta de humanidad.
Este caso merece ser difundido. Merece que la gente lo conozca. Merece que las autoridades —si es que queda alguna con un gramo de sensibilidad— revisen lo que están haciendo. Porque abandonar a una familia así no es solo negligencia: es moralmente indefendible.










