¿Por qué está subiendo el MLC en el mercado informal en Cuba tras meses en los que nadie quería comprarlos?

Redacción

Después de varios meses en que parecía dormida, la MLC volvió a descontrolarse en el mercado informal cubano. Subió como un cohete en pocos días y ahora, aunque con algunos movimientos puntuales, se mantiene en cifras que delatan el colapso del sistema monetario del país.

Según publicó elTOQUE, este 11 de diciembre la MLC se estuvo vendiendo en torno a 290 pesos, una caída ligera respecto al día anterior, pero todavía muy por encima de los 205 pesos en los que rondaba a inicios de noviembre. En otras palabras, una subida de más del 30 % en apenas semanas. Una locura, pero lógica dentro del caos.

Esta nueva escalada devolvió a la MLC al centro de la conversación nacional. Muchos se preguntan si estamos ante otra burbuja pasajera o si esto es el reflejo crudo de una economía que no camina ni con muletas.

El economista Pavel Vidal lo explica sin rodeos: la MLC está sirviendo como parche temporal para operaciones que el sector privado antes hacía en dólares. Como el régimen anda metido en su cruzada policial contra remesadores y cambiadores informales, el dólar físico circula menos y todas las divisas se encarecen. En ese vacío entra la MLC, usada sobre todo por mipymes que importan a través del Estado, porque el Gobierno no suelta el monopolio ni aunque el país se esté cayendo a pedazos.

Pero aquí no solo manda la utilidad inmediata. También pesan las expectativas. Muchos actores del mercado anticipan que el Gobierno podría intentar “favorecer” la MLC en futuras reformas cambiarias, así que la compran ahora, no porque confíen en ella, sino por miedo a perder más después. La desconfianza se volvió la brújula económica del cubano.

El panorama recuerda lo vivido con el CUC. Otra moneda creada por el régimen, sin respaldo, sin credibilidad y sostenida a base de cuentos. La MLC está mostrando el mismo desgaste: menos utilidad real, menos aceptación y más incertidumbre. Y para colmo, siguen abriéndose tiendas que solo aceptan dólares físicamente, dejando a la MLC fuera del juego, pero sin lograr que baje su demanda, porque mucha gente la compra por miedo, no por convicción.

Mientras tanto, la dolarización avanza y ya el propio Gobierno la reconoce en su nuevo programa para “corregir distorsiones”. Lo que no dicen es que esas distorsiones las crearon ellos mismos.

Vidal plantea dos posibles caminos para la MLC en un futuro que podría estar más cerca de lo que parece. Uno sería su desaparición total, como pasó con el CUC, convirtiendo todo a pesos a tasas estratosféricas cercanas al mercado informal. Eso haría que lo poco que queda de las tiendas en MLC terminara vendiéndose en CUP multiplicado por cifras absurdas, y que los salarios en MLC se “convirtieran” a pesos sin mejorar realmente el poder adquisitivo. Sería el último clavo al ataúd del peso cubano y un empujón más hacia la dolarización privada.

La otra posibilidad es que el Gobierno intente revivir la MLC dentro de un sistema bancarizado más flexible, con compraventa de divisas en bancos y transacciones flotantes. Algo así como un “MLC 2.0”, útil solo como pieza intermediaria para operar dólares por la vía oficial.

Pero hay un detalle insalvable: la MLC perdió credibilidad. Nadie confía en esa moneda manejada a discreción por un Gobierno que cambia reglas, tasas y políticas como quien cambia bombillos. Hoy, incluso con su repunte reciente, la MLC vale un 40 % menos que el dólar en la calle. Ese abismo habla solo.

La realidad, una vez más, deja al descubierto el desastre económico de un régimen incapaz de sostener ni su propia moneda digital inventada. Y mientras el Gobierno experimenta, el cubano de a pie queda atrapado entre apagones, colas, inflación y un mercado cambiario que se mueve como un huracán sin brújula.

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