El Ministerio de Energía y Minas salió este miércoles a admitir, sin querer admitirlo, que el país no aguanta ni un golpe más. La parada total prevista para la planta de ENERGAS Puerto Escondido en diciembre quedó cancelada porque el Sistema Eléctrico Nacional está, literalmente, al borde del colapso.
El propio organismo lo anunció en X, aclarando que el mantenimiento “no se realizará en lo que resta de diciembre”. O sea: la planta seguirá funcionando aunque esté pidiendo auxilio, porque si la apagan ahora, se apaga el país entero.
ENERGAS debía entrar en su parada programada, pero el régimen tuvo que tragar seco y dejarla operativa. La realidad es simple: ya no tienen de dónde sacar electricidad, y cualquier kilowatt que se pierda convierte la isla en un apagón gigante.
En los últimos días, los cubanos han sufrido cortes de más de 12 horas en La Habana, y en provincias del interior la gente ha pasado más de 24 horas sin luz. Sin gas doméstico, muchas familias están cocinando con carbón, con leña o, en el peor de los casos, no están cocinando nada. La comida se echa a perder, los refrigeradores son cajas calientes y las noches parecen una cueva.
La indignación se siente en redes y en la calle. La gente está cansada de excusas, de “trabajamos sin descanso”, de promesas que no alumbran ni una estufa eléctrica. Mientras tanto, el régimen sigue metido en reuniones políticas y discursos estériles, como si eso generara megawatts.
Cuba vive una crisis energética feroz, una de las peores en años, y cada día queda más claro que el Gobierno no tiene soluciones. Solo parches, improvisaciones y una oscuridad que se extiende por toda la isla.
