Régimen emite Decreto Ley que autoriza a ciertas Mipymes, a cuentapropistas y a cooperativas a cobrar en dólares

Redacción

El castrismo acaba de dar un paso que llevaba años disfrazando: la dolarización parcial ya es ley en Cuba. La Gaceta Oficial publicó el Decreto-Ley 113/2025, que entrará en vigor el 17 de diciembre y que, básicamente, admite lo que todos sabemos hace rato: la economía cubana solo respira cuando aparece un dólar o un euro en el camino.

La nueva norma autoriza a ciertas Mipymes, a cuentapropistas y a cooperativas a cobrar en divisas, siempre y cuando pasen por el aro del Ministerio de Economía y Planificación. Nada de libertad económica: si el MEP no aprueba, no se factura. Y si aprueba, entonces cada negocio debe abrir una cuenta en moneda dura controlada por el Banco Central, que fiscalizará cada centavo que entre y salga. En otras palabras, dólar sí, pero bajo la correa del Estado.

El proceso es una carrera de obstáculos. Primero, convencer al MEP de que el negocio es “pertinente”, que encadena, que sustituye importaciones, que exporta, que respira… En fin, que sirve a la narrativa oficial. Solo después de pasar ese filtro político-económico, se autoriza la cuenta en divisas. Y con eso queda claro que no existe venta libre de productos o servicios en moneda extranjera, sino un permiso temporal condicionado a los intereses del régimen.

Uno de los puntos más polémicos es la repartición del dinero. El gobierno decidió que el 80% de los ingresos en dólares debe quedar obligatoriamente en manos de las propias empresas para sus operaciones externas. El 20% restante tiene que ser vendido al Banco Central al tipo de cambio oficial, ese mismo que no refleja la realidad del mercado y que golpea a quienquiera que tenga la mala suerte de cobrar en CUP.

El esquema es una trampa perfecta: el régimen controla el flujo de divisas, decide quién puede operarlas y se asegura de captar parte de las ganancias sin sudar una gota. Todo esto limitado a zonas como la ZEDM y otros espacios donde ya se movía moneda dura sin demasiado pudor.

La presidenta del Banco Central, Juana Lilia Delgado Portal, intentó vender el paquete como algo “temporal”, un puente hacia la futura “desdolarización”. Pero mientras su discurso suena a cuento repetido, la realidad va por otra acera. La propia aprobación del decreto es una admisión tácita del derrumbe del peso cubano, de su incapacidad para sostener una economía en caída libre y de un sistema bancario que vive en modo sobrevivencia.

El Decreto-Ley 113/2025 marca un hito incómodo para el régimen, porque confirma lo que la población sufre desde hace años: la vida cotidiana depende de una moneda a la que casi nadie tiene acceso. El país continúa hundido en inflación, escasez y devaluación constante, mientras los cubanos de a pie siguen atrapados entre salarios inútiles y mercados en los que solo reina el dólar.

El gobierno habla de “recuperar la centralidad del peso”, pero lo cierto es que cada nueva medida demuestra que el CUP ya no sirve ni para disfrazar la crisis. Y si esta es la supuesta solución, la incertidumbre seguirá siendo el pan nuestro de cada día para millones de cubanos que no ven, ni en pesos ni en divisas, una salida real a la debacle económica.


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