Se forma la se San Quintín en tienda en Santiago de Cuba luego que los dependientes «escondieran» cocinas eléctricas que iban a ser vendidas a la población

Redacción

Lo que pintaba para un día normal de compras en la Tienda La Sorpresa, en el Distrito José Martí, terminó siendo otro capítulo del libro interminable de la corrupción estatal cubana. Vecinos llegaron desde el amanecer con la ilusión de conseguir una cocina eléctrica, pero tras horas de espera les soltaron la frase de siempre: “no quedan”.

Muchos se fueron con las manos vacías, resignados, pensando que la mala suerte era la culpable. Pero un grupo decidió no tragarse el cuento y llevó la denuncia hasta el Partido, que queda a pocas cuadras. La respuesta no se hizo esperar: llegaron inspectores a revisar el almacén y, ¡oh sorpresa!, encontraron 75 cocinas guardadas, escondidas mientras la gente se moría de calor y hambre en la cola.

“Finalmente pude comprar mi cocina, pero ¿era necesario someternos a todo esto?”, comentó una de las afectadas, dejando claro que no se trataba de un error inocente. Desde días antes se rumoraba que parte del lote se estaba vendiendo “por detrás de la cortina”, el típico truco de desvío que convierte los recursos públicos en privilegios para unos pocos.

Las imágenes compartidas muestran cómo la multitud inicial se redujo tras el anuncio del agotamiento. Sin embargo, los valientes que se quedaron y otros que se unieron lograron presionar lo suficiente para que la inspección sacara la verdad a la luz. La unión hizo la fuerza, concluyó la afectada, con una mezcla de alivio e indignación.

Este episodio refleja la cotidianidad que enfrenta el cubano promedio: engaños, favoritismos y abuso en la red comercial estatal. Nada de esto es nuevo, pero cada caso expone la misma realidad de siempre: un sistema que margina al ciudadano común mientras el poder y los privilegios se concentran en unos pocos, manteniendo la desigualdad y la frustración social en su punto máximo.

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