Arrestan grupo organizado dedicado al robo de motos y triciclos eléctricos en la provincia de Matanzas

Redacción

Mientras las páginas afines al oficialismo intentan maquillar la realidad con triunfalismo digital, la inseguridad sigue ganando terreno en las calles de Cuba. Un reporte publicado por el perfil Todos con la victoria, vinculado al aparato propagandístico del régimen, terminó revelando —aunque sin querer— una historia que pinta de cuerpo entero el deterioro social que vive el país.

A finales de noviembre, vecinos de una vivienda en la zona de Matanzas Este creían que todo estaba en calma. No hubo ruido, no hubo destrozos, no hubo forcejeos. Pero cuando se dieron cuenta, una moto Suzuki había desaparecido, robada con una precisión que habla más de experiencia que de improvisación. El sigilo, en esta Cuba rota, resulta más efectivo que la fuerza.

La historia dio un giro a inicios de diciembre, cuando la Policía detuvo en plena vía pública a un joven que circulaba tranquilamente con la moto robada, como si nada. El descaro fue tal que, según el propio reporte, el muchacho parecía disfrutar el paseo. Con él cayeron dos más. Entre los tres, no solo se habían apropiado de la Suzuki, sino que arrastraban una cadena de robos que evidencia hasta qué punto el delito se ha normalizado.

De acuerdo con la versión oficial, el grupo también estaría implicado en el robo de ciclomotores eléctricos y hasta de una planta eléctrica en distintos puntos de la ciudad, incluyendo zonas residenciales y espacios tan sensibles como el parqueo del Hospital Provincial Faustino Pérez. Ni los hospitales se salvan ya.

Dos de los implicados, identificados como Meybe Pérez Pichillí y Yadrián Cardosa Morales, permanecen detenidos y enfrentan procesos judiciales. El propio reporte reconoce que no eran primerizos y que ya acumulaban antecedentes por robos anteriores. El tercer involucrado sigue bajo investigación, con la cuerda corta, como se dice en la calle.

Más allá del parte policial, el caso deja al desnudo una realidad que el régimen se empeña en negar: la delincuencia crece al mismo ritmo que la miseria, y la respuesta institucional llega tarde, mal y solo cuando el escándalo es imposible de ocultar.

Mientras tanto, el discurso oficial insiste en hablar de control, orden y victorias. Pero en la Cuba real, la de a pie, las motos se roban sin romper cerraduras, los ladrones pasean impunes y la gente duerme con el miedo metido en el cuerpo. Esa es la verdadera noticia, aunque intenten venderla como un logro más del sistema.

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