Régimen coloca dentro del Buró Político del Partido Comunista al Jefe del Estado Mayor de las FAR para reafirmar el poder militar en Cuba

Redacción

El XI Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba volvió a dejar claro quién manda realmente en el país. El régimen anunció la promoción del general de Cuerpo de Ejército Roberto Legrá Sotolongo como nuevo miembro del Buró Político del PCC, el máximo órgano de poder real en Cuba, muy por encima de cualquier institución “civil”.

Legrá Sotolongo, que desde 2021 ocupa el cargo de viceministro primero y jefe del Estado Mayor General de las FAR, entra así al selecto club donde se deciden las líneas políticas, económicas y represivas del país. La noticia fue presentada con el habitual tono épico por los medios oficiales, como si se tratara de un mérito académico y no de una confirmación más del carácter militar del régimen.

El PCC resaltó su formación castrense, desde la Enseñanza Superior Militar hasta la escuela Interarmas “General Antonio Maceo”, pasando por estudios en la antigua Unión Soviética, en la academia “Mijail Frunsse”. Un currículum forjado completamente dentro del aparato militar y alineado, desde sus inicios, con la lógica de obediencia y control que define al sistema.

Su trayectoria incluye el paso por múltiples cargos estratégicos dentro de las FAR, desde jefaturas de batallones y brigadas hasta el control de regiones militares clave como Villa Clara y Santiago de Cuba. También dirigió instituciones de adoctrinamiento militar como la propia escuela Interarmas y la Academia de las FAR, antes de convertirse en una de las figuras centrales del alto mando.

Como muchos de sus colegas, Legrá también cumplió misión “internacionalista” en Angola, una experiencia que el régimen sigue exhibiendo como medalla de honor, pese a que esas guerras dejaron una larga estela de muertos y silencios incómodos. A eso se suman estudios en Defensa y Seguridad Nacional y cursos de mando estratégico, piezas clave para sostener el andamiaje represivo interno.

Las condecoraciones tampoco faltan. Medallas, distinciones y aniversarios se acumulan en su expediente, en un país donde los galones pesan más que los resultados y donde la lealtad al poder vale más que cualquier competencia real.

Legrá no es un recién llegado al engranaje político. Ha sido delegado en varios congresos del PCC, miembro del Comité Central y diputado a la Asamblea Nacional desde 2018, ese parlamento que aprueba por unanimidad todo lo que le ponen delante. Su ascenso al Buró Político no sorprende: era cuestión de tiempo que el uniforme ganara otro asiento.

Con esta incorporación, el Buró Político sigue dominado por una mezcla de dirigentes civiles sin poder propio y figuras militares clave, encabezadas por Díaz-Canel, Morales Ojeda y los generales que garantizan el control de las armas y la represión. Entre ellos destacan Álvaro López Miera y Lázaro Alberto Álvarez Casas, a quienes ahora se suma Legrá Sotolongo como pieza aún más visible del engranaje.

La cúpula militar activa del régimen queda así bien definida. Generales envejecidos, formados en la lógica de la Guerra Fría, aferrados al poder y blindados por la falta absoluta de transparencia. La permanencia de estos mandos refleja una decisión clara: no hay intención alguna de abrir el sistema, sino de cerrarlo aún más.

Mientras el país se hunde en apagones, inflación, migración masiva y desesperanza, el Partido sigue apostando por lo único que conoce: control, lealtad y botas. El ascenso de Roberto Legrá Sotolongo no es una noticia aislada, es otra señal de que Cuba sigue gobernada desde los cuarteles, aunque se vista de Partido, Parlamento o discurso revolucionario.

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