Cuba ya acumula 47 fallecidos por arbovirosis y el número sigue subiendo, aunque el discurso oficial intente suavizarlo con tecnicismos y frases tranquilizadoras. En la última jornada se confirmaron tres nuevas muertes: una por dengue y dos por chikungunya. Cada cifra es una vida perdida en un sistema sanitario que ya no puede esconder su colapso.
La información salió, como casi siempre, dosificada, durante la revista televisiva Buenos Días, donde la viceministra de Salud Pública, Carilda Peña García, intentó vender control en medio del desastre. Según el parte, se registraron 1.417 nuevos casos de chikungunya, aunque solo 38 fueron confirmados oficialmente, una práctica habitual para maquillar estadísticas. En paralelo, la tasa de incidencia de casos sospechosos de dengue subió a 12,5 %, por encima del día anterior.
Desde el micrófono, la funcionaria habló de una ligera disminución de pacientes graves y críticos en terapia intensiva: 53 en total, dos menos que en el reporte previo. Pero el dato clave vino después y no admite maquillaje: la mayoría de los casos graves y críticos son menores de 18 años. Niños pagando el precio de la desidia estatal.
A falta de medicamentos, fumigación efectiva y condiciones higiénicas mínimas, el Ministerio de Salud vuelve a cargar la responsabilidad sobre las familias. Peña García insistió en el “autocuidado” y en no quedarse en casa con un niño enfermo, como si el problema fuera la falta de conciencia y no la ausencia de recursos básicos en hospitales y policlínicos.
El panorama es especialmente grave en Santiago de Cuba, donde niños y adolescentes representan cerca del 65 % de los pacientes graves hospitalizados por arbovirosis. Allí se habla ya abiertamente de una sindemia, con dengue y chikungunya circulando al mismo tiempo, en barrios sin agua estable, sin recogida de basura y con un sistema de salud desbordado.
De las 101 personas hospitalizadas por arbovirosis, 66 son pacientes pediátricos que han requerido cuidados intensivos. Dos tercios. Un dato devastador que el periódico oficial Sierra Maestra confirmó sin poder ocultar la magnitud del problema.
Las secuelas tampoco se mencionan mucho en televisión, pero existen: encefalitis, complicaciones dermatológicas severas y daños neurológicos, incluso en neonatos. En la última semana se reportaron cuatro casos críticos y tres graves en menores de 19 años, además de una gestante con complicaciones. Todo esto en un país que presume de “potencia médica”.
Las autoridades admiten muertes, pero se escudan en que ocurrieron por “complicaciones” y no “directamente por el virus”. Un juego semántico cruel para intentar diluir responsabilidades. La realidad es una sola: sin medicamentos, sin prevención efectiva y con hospitales en ruinas, las arbovirosis están matando cubanos, sobre todo a los más vulnerables.










