Otro caso de maltrato animal en Cuba ha vuelto a encender la indignación en redes sociales. Esta vez, el escenario es un zoológico, un lugar que se supone debería proteger la vida animal, pero que en la práctica se ha convertido en sinónimo de abandono y sufrimiento.
La denuncia tiene como protagonista a un león del zoológico del municipio Florida, en la provincia de Camagüey. Según expuso en Facebook el periodista independiente José Luis Tan Estrada, el animal llevaba al menos ocho días sin recibir alimento, una situación que ha provocado conmoción entre activistas y ciudadanos comunes.
En el video compartido por Tan Estrada se observa a un león visiblemente desnutrido, consumiendo apenas unos huesos dentro de su jaula. La imagen es dura: un animal que debería representar fuerza y majestuosidad reducido a sobrevivir con restos, en completo aislamiento.
Las reacciones no se hicieron esperar. Una camagüeyana comentó resignada: “Eso siempre ha sido así, ese zoológico hace años que está destruido. Pobre animalito”. Una frase corta, pero cargada de impotencia y normalización del abandono.
Otro internauta fue aún más contundente al recordar el pasado del lugar: “Los pobres ya no tienen ni fuerza para rugir, son días y días sin comer. Es criminal el estado de ese parque zoológico, del que hoy solo queda el recuerdo. Yo cuando era pequeño vi lo que fue, y ver lo que queda hoy duele, porque todo va de mal en peor”.
Este caso no es aislado. En los últimos meses, animalistas independientes han pedido abiertamente a la población que deje de visitar los zoológicos en Cuba. La razón es clara: la falta de atención veterinaria, la ausencia de alimentos adecuados y el deterioro total de las instalaciones convierten estos espacios en cárceles de sufrimiento.
En diciembre pasado, una defensora de los derechos de los animales denunció las condiciones del Zoológico de Colón, en Matanzas. Lo describió como “un cementerio en vida”, donde los animales sobreviven entre jaulas rotas, enfermedades y abandono absoluto.
Incluso desde el periodismo oficial se han confirmado estas denuncias. Un reportero que visitó el Zoológico de La Habana habló de jaulas oxidadas, humedad constante, suciedad extrema y animales visiblemente deteriorados, todo en un entorno sin veterinarios estables ni un programa de alimentación coherente.
La situación no mejora en el oriente del país. En Santiago de Cuba, ante denuncias por animales enfermos y sin comida, un trabajador del zoológico respondió con un frío “ahí están”, una frase que resume el nivel de desinterés institucional frente al sufrimiento animal.
Cuidar animales no es algo improvisado ni simple. Cada especie requiere alimentación específica, atención veterinaria constante y condiciones mínimas para vivir con dignidad. Ignorar esas necesidades convierte cualquier zoológico en una trampa mortal.
Mantener a un animal en cautiverio implica responsabilidad, conocimiento y recursos. Sin eso, el resultado es el que hoy se ve en Camagüey y en gran parte del país: animales debilitados, instalaciones en ruinas y una sociedad que se acostumbra al maltrato como parte del paisaje cotidiano.










