Habla el general y lo hace con tono marcial, frases ensayadas y el uniforme bien planchado. Habla de guerra, de invasiones, de enemigos gigantes que —según él— tiemblan ante la supuesta “disposición combativa” del Ejército Oriental. Todo suena fuerte, solemne, épico. Demasiado épico para un país que apenas sobrevive.
El jefe del Ejército Oriental, Eugenio Armando Rabilero Aguilera, aseguró que las tropas bajo su mando están listas para aplastar cualquier agresión extranjera. De paso, volvió a sacar del bolsillo la consigna gastada de que “Cuba y Venezuela son un solo corazón”, como si repetirla bastara para llenar platos o encender bombillos.
Según el reporte difundido por La Tijera, el alto mando militar afirma que la cúpula del poder sigue de cerca la situación del Caribe, convencida de que Estados Unidos planea invadir Venezuela y destruir al chavismo. Mientras arriba se habla de mapas geopolíticos y amenazas imperiales, abajo la realidad es otra muy distinta.
Yo escucho esas declaraciones desde una casa sin corriente, con el ventilador convertido en adorno y el estómago a medio llenar. Y no queda más remedio que soltar una risa amarga. Amenazar a potencias militares desde la escasez absoluta suena más a chiste que a estrategia.
Desde la mirada del cubano común, del que vive contando apagones, litros de agua y puñados de arroz, eso de la “plena disposición combativa” parece un poema de ciencia ficción. Porque mientras el general habla de guerra, los soldados pasan hambre, duermen mal y marchan con botas vencidas por el tiempo y el abandono.
Dice que Cuba y Venezuela laten como un solo corazón. Uno se pregunta si ese corazón también sufre anemia crónica, porque recursos no se le ven muchos. Aquí no se puede derrotar un apagón, ni aplastar una cola, ni conquistar una comida decente. La épica militar se estrella contra un país en ruinas.
Desde el suelo, desde la pobreza, la amenaza suena hueca. ¿Con qué se supone que van a pelear? ¿Con consignas recicladas? ¿Con discursos de la Guerra Fría? ¿Con la electricidad que no llega ni a los cuarteles ni a las casas?
Mientras el alto mando se obsesiona con enemigos externos, el verdadero enemigo ya arrasó por dentro. El hambre, la miseria y el abandono han ganado demasiadas batallas. Y esa guerra, curiosamente, el régimen nunca la menciona.







