Raúl Castro ordena «posponer» el Congreso del PCC y «consagrar desde ahora todos los recursos del país para resolver los problemas actuales»

Redacción

El Partido Comunista de Cuba, único partido permitido y dueño absoluto del poder, decidió posponer su noveno Congreso, previsto para abril de 2026, sin fijar nueva fecha. La decisión llega en medio del peor colapso económico y social que ha vivido la isla en décadas, y confirma que el régimen anda más ocupado en ganar tiempo que en enfrentar la realidad.

La información, divulgada por el diario oficial Granma, señala que la iniciativa partió de Raúl Castro, quien sigue moviendo los hilos del poder aunque aparezca cada vez menos en público. En una carta enviada al Comité Central, el exmandatario consideró “aconsejable” aplazar el evento y redirigir todos los recursos del país —los pocos que quedan— a “resolver los problemas actuales”. Traducido al cubano de a pie: no hay ni condiciones ni respaldo para montar el show político.

Según la narrativa oficial, 2026 debe ser un año para “recuperarse en todo lo posible”. Una frase tan ambigua como repetida, que no explica cómo se va a recuperar un país sin producción, sin inversión real y con una población agotada. Raúl Castro insiste en que la suspensión no representa un retroceso, sino una decisión “necesaria y oportuna”, aunque para muchos suena más bien a miedo a pasar balance en medio del desastre.

El discurso intenta vender la idea de que este aplazamiento permitirá “cohesionar fuerzas” y preparar un congreso futuro que consolide el socialismo y el camino hacia el comunismo. Mientras tanto, la Cuba real sigue atrapada en apagones interminables, inflación desbocada y escasez crónica, muy lejos de cualquier utopía ideológica.

No es casualidad que el propio Partido haya reducido este Pleno del Comité Central a solo un día, alegando la “compleja situación” del país. El Parlamento también recortó sus sesiones y canceló reuniones previas, en una clara señal de parálisis institucional y desconcierto en las alturas del poder.

Cuba arrastra más de cinco años en crisis permanente. Faltan alimentos, faltan medicinas, el peso no vale nada y la dolarización parcial ha profundizado las desigualdades. A eso se suman apagones que paralizan la vida diaria y un sistema económico incapaz de ofrecer salidas reales.

Como si fuera poco, el país enfrenta un grave brote de dengue y chikungunya, con miles de contagios, hospitales desbordados y al menos 47 fallecidos, en su mayoría niños, una tragedia que desnuda el colapso del sistema de salud.

Mientras el PCC aplaza congresos y se felicita a sí mismo por “resistir”, el país sigue cayéndose a pedazos. La postergación no es estrategia, es síntoma. Y cada día que pasa sin cambios reales, el costo lo paga el pueblo, no los que deciden desde salones climatizados cuándo reunirse… o cuándo esconderse.

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