Cuando la paciencia se acaba, el barrio reacciona. Eso fue exactamente lo que ocurrió en el reparto Micro 1B, en el distrito Abel Santamaría, conocido popularmente como El Salao, en Santiago de Cuba, donde varios vecinos decidieron actuar ante lo que describen como una situación cada vez más común: los robos a plena luz del día y la sensación de que nadie responde.
Todo comenzó cuando un hombre fue sorprendido intentando entrar a una vivienda de la comunidad. No tuvo tiempo ni de correr. Los propios residentes se percataron de la maniobra y, en cuestión de segundos, dieron la voz de alarma. La reacción fue inmediata y coordinada, como suele pasar en barrios donde todos se conocen y el cansancio colectivo supera el miedo.
Según relató el comunicador independiente Yosmany Mayeta Labrada, el presunto ladrón fue descubierto por los dueños del inmueble y retenido por varios jóvenes del barrio. Entre gritos, tensión y nerviosismo, lograron impedir que escapara y lo mantuvieron amarrado hasta que finalmente llegó la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). Para muchos, esa espera se hizo eterna.
Las imágenes compartidas por Mayeta Labrada en redes sociales muestran una escena cruda y muy comentada. El hombre aparece tendido en el suelo, con evidentes signos de haber recibido golpes, mientras varios vecinos lo vigilan de cerca. En otro video, se observa el momento exacto en que los agentes de la PNR se lo llevan detenido, cerrando un episodio que mantuvo al barrio en vilo durante horas.
Testigos del hecho contaron que el individuo fue amarrado a una reja perimetral mientras aguardaban la llegada de la patrulla. Una vecina confesó que el ambiente estuvo cargado de tensión, no solo por el incidente en sí, sino por la incertidumbre de lo que podría pasar después. “El barrio estuvo en tensión hasta que llegó la patrulla”, dijo, y expresó un temor que muchos comparten: que el detenido quede en libertad en poco tiempo, como —aseguran— ha sucedido en otros casos similares.
En los comentarios a las publicaciones, la indignación fue casi unánime. Decenas de usuarios apoyaron la actuación de los vecinos y aprovecharon para denunciar el aumento descontrolado de la delincuencia en Cuba. “No hay vida ni paz ni tranquilidad”, escribió una internauta, mientras otra sentenció que “los delincuentes hoy en día son los dueños de las calles”.
Muchos mensajes reflejan una profunda desconfianza hacia la PNR y el sistema judicial. La queja se repite: arrestos que no duran, procesos que no avanzan y ciudadanos que terminan sintiéndose solos. Algunos lamentan que la gente tenga que hacer justicia por su cuenta, no por gusto, sino por necesidad.
Este caso no es aislado. En los últimos meses se han multiplicado los episodios de justicia vecinal en el oriente del país. En septiembre, residentes de Santiago de Cuba capturaron a un presunto arrebatador tras una persecución en pleno centro. Semanas después, otro intento de robo casi termina en linchamiento, frenado únicamente por los propios vecinos antes de que llegara la Policía.
Situaciones similares se han reportado en provincias como Pinar del Río, donde la captura de un ladrón de triciclos eléctricos fue presentada como un logro oficial, aunque la población sigue denunciando robos constantes y falta de control.
Lo ocurrido en El Salao confirma una realidad incómoda: cada vez más comunidades sienten que deben protegerse solas. Mientras no haya respuestas claras, sanciones efectivas y seguridad real, estos episodios seguirán repitiéndose en los barrios de Cuba.










