La paciencia se agotó en Villa Nueva, un barrio del municipio Holguín que hoy convive con un mega vertedero ilegal convertido en una amenaza directa para la salud y el medio ambiente. La montaña de basura crece en un potrero cercano a la comunidad, a menos de 200 metros de las viviendas, justo al lado de la Aduana y la Fábrica de Cigarros, violando sin pudor todas las normas sanitarias vigentes.
Los residentes hicieron pública su denuncia ante Servicios Comunales, el CITMA, el Gobierno Municipal y el periódico oficial Ahora, alertando que el problema no solo persiste, sino que empeora cada día ante la total inacción del Estado. Mientras tanto, las familias siguen respirando lo que nadie debería respirar.
La quema constante y descontrolada de desechos sólidos ha generado una nube permanente de humo tóxico que se desplaza por varios kilómetros. No se trata de exageraciones vecinales: en ese humo viajan dioxinas, furanos, monóxido de carbono y partículas finas, sustancias altamente cancerígenas que convierten el aire en un enemigo cotidiano.
Médicos y vecinos coinciden en que los efectos ya se sienten con fuerza. Aumentan las crisis asmáticas, las alergias, los problemas respiratorios crónicos, los dolores de cabeza y la irritación ocular. Los más golpeados son niños, ancianos y personas con enfermedades previas. “Llevamos semanas respirando humo a cualquier hora”, repiten los residentes, cansados de que nadie asuma responsabilidades.
El problema va más allá del aire. Existe un riesgo real de contaminación del suelo y del manto freático, en una zona donde se extrae agua para consumo humano. La basura acumulada sin control sanitario ni permisos legales pone en peligro directo la seguridad hídrica de toda la comunidad.
Las propias regulaciones estatales establecen que un vertedero debe ubicarse a una distancia mínima de entre 500 metros y un kilómetro de zonas residenciales. En Villa Nueva esa norma se pisotea sin pudor. Los vecinos aclaran, además, que este monstruo no nació por culpa de la población. Lo que existía antes era un pequeño basurero, pero la dejadez institucional lo convirtió en un foco de desastre ambiental.
Durante años, la “solución” oficial ha sido la misma de siempre: improvisar vertederos y prenderles candela cada cierto tiempo. Una práctica absurda que no elimina la basura, pero sí multiplica el daño sanitario y ambiental. Puro parche, cero solución, marca registrada de la gestión comunal en Cuba.
Hoy, Villa Nueva se siente abandonada. Sus residentes hablan sin rodeos de una emergencia sanitaria provincial y exigen que la gestión de residuos sólidos en Holguín deje de ser un tema secundario. No piden milagros, piden lo mínimo: aire respirable, agua segura y que el Estado haga, de una vez, el trabajo que le corresponde.










