Tras varios días de supuesta “búsqueda intensa”, las autoridades capturaron el pasado viernes a Osviel Laugart Tamé, un recluso que se había fugado de la Prisión de Boniato, en Santiago de Cuba. La noticia fue presentada como un éxito policial, aunque vuelve a dejar al descubierto las grietas de un sistema penitenciario incapaz de controlar a sus propios presos.
De acuerdo con fuentes oficiales, la detención fue el resultado de un operativo de rastreo coordinado entre fuerzas del orden de la provincia, un despliegue que mantuvo en vilo a la policía durante toda la semana. La pregunta que muchos se hacen en la calle es otra: ¿cómo un prófugo pudo moverse y esconderse varios días sin ser detectado?
Laugart Tamé fue localizado finalmente en una vivienda situada en la calle 2 Norte, entre 1 y 2 Oeste. Durante el registro del inmueble, los agentes se toparon con una escena que retrata la Cuba real: tres individuos descuartizando un vacuno en plena clandestinidad, dentro de una casa, como si fuera lo más normal del mundo.
Las primeras indagaciones apuntan a que el animal había sido robado a un campesino del municipio Niceto Pérez, una práctica cada vez más común en el campo cubano, donde el robo de ganado se ha disparado mientras el Estado responde con más prohibiciones y menos soluciones.
Vecinos de la zona aseguraron que el prófugo llevaba días viviendo oculto en esa vivienda, donde mantenía una relación sentimental con la propietaria. Esa convivencia, según los testimonios, le permitió burlarse temporalmente de la policía y moverse con relativa tranquilidad, otro golpe a la narrativa oficial de control y vigilancia permanente.
Como resultado del operativo, las autoridades ocuparon una cantidad considerable de carne de res y herramientas empleadas en la actividad ilegal. En total, cuatro personas fueron conducidas a la estación de la Policía Municipal, todas llamadas ahora a responder ante un Código Penal que suele caer con todo su peso sobre los eslabones más débiles, mientras otros delitos quedan convenientemente en la sombra.
Los implicados enfrentarán cargos por sacrificio ilegal de ganado mayor, además de otros posibles delitos que aún se investigan. Según confirmaron las propias autoridades, el caso sigue abierto y se analizan los vínculos de Laugart Tamé y sus acompañantes con otros hechos delictivos recientes en la zona, incluidos algunos de carácter violento.
Más allá del parte policial, el episodio vuelve a evidenciar la inseguridad creciente, la normalización del delito y la ineficacia del aparato represivo, que llega tarde, informa a medias y nunca asume responsabilidades. En la Cuba de hoy, un prófugo puede esconderse, robar ganado y operar con impunidad durante días, hasta que el régimen decide convertir el desastre en propaganda.










