Díaz-Canel vuelve con sus discursos vacíos y asegura que en Cuba «no se va a rendir nadie» a pesar de la crisis que atraviesa el país

Redacción

Miguel Díaz-Canel volvió a prender candela en las redes sociales tras soltar otro discurso cargado de consignas durante el XI Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Con su ya gastado “aquí no se va a rendir nadie”, el gobernante intentó insuflar épica revolucionaria en un país que hoy respira crisis por todos los poros. El mensaje, amplificado por las cuentas oficiales de la Presidencia en X, sonó más a arenga de los años 60 que a respuesta concreta a los problemas del 2025.

En su intervención, Díaz-Canel habló de “responsabilidad histórica”, de legado y de generaciones llamadas a mantener viva la Revolución. Dijo que el país debe seguir venciendo “a pesar del bloqueo recrudecido” y hasta se dio el lujo de afirmar que Cuba no solo resiste, sino que avanza. Remató con el clásico “sí se puede”, como si repetirlo bastara para llenar los platos vacíos o encender los bombillos apagados.

La reacción en redes fue inmediata y demoledora. Una frase publicada por una ciudadana en Facebook resumió el sentir general: “El país avanza en churre, en miseria, en hambre y enfermedades”. El comentario se compartió como pólvora y abrió la compuerta a una avalancha de respuestas cargadas de ironía, cansancio y rabia acumulada. “Avanzamos, sí, pero hacia la edad de piedra”, escribió alguien. Otro fue más directo: “Cada discurso es más vacío que el anterior”.

En X, el panorama fue igual o peor para el discurso oficial. Usuarios cuestionaron sin filtros la desconexión entre las consignas del poder y la vida real. “La revolución no está venciendo a nadie, está destruyendo a Cuba y a los cubanos”, comentó una persona. Otro pidió sin rodeos que dejaran “la muela de la revolución” y liberaran al pueblo. Hubo quien ironizó con crudeza: “De once millones quedamos dos, ese sí es el avance”.

Las críticas también apuntaron a la burbuja de privilegios en la que vive la élite gobernante. “Claro que no se rinde nadie cuando no se te va la luz ni te falta la comida”, escribió un usuario. Otro fue más duro: “Ustedes viven como ricos mientras el pueblo se muere de necesidad”. El contraste entre el discurso triunfalista y la realidad cotidiana volvió a quedar en evidencia.

No faltaron los mensajes que hablaron del desgaste social. “El país se hunde y ustedes siguen hablando de resistencia”, se leía en uno. “Cada año avanzamos más, pero hacia la miseria”, respondió otro. La palabra que más se repetía no era victoria, era cansancio.

Hubo, sí, algunos comentarios de apoyo repitiendo las consignas de siempre: “Aquí no se rinde nadie”, “Patria o Muerte”. Pero fueron pocos, casi invisibles frente al aluvión de críticas. La sensación general fue clara: el discurso ya no conecta, no emociona y mucho menos convence.

Este nuevo pronunciamiento llegó apenas un día después de que Díaz-Canel afirmara, en el mismo pleno, que “cada día de la Revolución es una victoria”. Aquella frase también fue recibida con burlas y enojo, con miles de cubanos recordándole los apagones interminables, el hambre, la inflación y la estampida migratoria.

El contraste entre la narrativa oficial y la experiencia diaria del pueblo se ha vuelto abismal. Mientras el régimen habla de resistencia y victorias, la Cuba real sobrevive entre escasez, oscuridad y desesperanza. Y cada vez más, las redes sociales funcionan como el espejo incómodo que devuelve al poder una imagen que ya no puede maquillar con consignas.

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