En la Cuba de hoy, preguntar qué habrá en la mesa esta Navidad o en Fin de Año ya no provoca ilusión, sino resignación. Con la libra de carne de cerdo moviéndose entre 600 y más de 1,000 pesos, las celebraciones de diciembre se han transformado en un lujo fuera del alcance de la mayoría. La fiesta quedó en el recuerdo; la supervivencia es el presente.
Tras una publicación sobre los preparativos para estas fechas, las respuestas no tardaron en llegar. Cientos de cubanos contaron cómo piensan enfrentar las noches del 24 y el 31, y el retrato que dibujan es duro, sin adornos. Uno decía que su Nochebuena será con picadillo de MDM, plátano hervido y arroz amarillo, “porque no da para más”. Otro resumía la tragedia con crudeza: el picadillo de hueso de pollo se ha convertido en el plato fuerte del país.
Algunos confiesan que ya ni el picadillo alcanza y han tenido que cambiarlo por salchicha, “a la chorrera”, como salga. Hay quien va más allá y asegura que celebrar la Navidad en Cuba es hoy un acto de ciencia ficción. La carne se paga como si fuera oro, los niños no saben lo que es una cena decente y si aparece arroz con huevo y frijoles, eso ya es banquete de ricos.
Otros mensajes destilan una tristeza más profunda. Llegarán el 24 y el 31, sí, pero para muchos no hay nada que celebrar. Sin comida suficiente, sin dinero y con apagones que parten la noche, lo único que se pide es salud. Ni brindis, ni asado, ni mesa llena: solo aguantar.
La tradicional carne asada de fin de año, durante décadas símbolo de unión familiar y esperanza, hoy es prácticamente inalcanzable para trabajadores y jubilados. Mantener esa costumbre quedó reservado para quienes lograron criar un puerquito, algo cada vez más difícil en un país donde alimentar a una persona ya es un reto diario.
Una lectora lo resumió con una frase que duele: la alegría de antes se evaporó. En su lugar quedaron la escasez, el hambre y una tristeza silenciosa que se cuela en la mayoría de los hogares. La Navidad ya no se celebra, se sobrevive.
Entre la resignación y la fe, muchos coinciden en que la verdadera “cena” será otra: la esperanza de que algún día Cuba vuelva a tener motivos reales para celebrar. Porque mientras el régimen sigue hablando de resistencia y victorias, el pueblo solo intenta llegar vivo y con algo en el plato al próximo año.







