Hay entrevistas que se sienten como un desahogo, y la más reciente conversación de la actriz cubana Yerlin Pérez desde Miami es una de ellas. Sin poses, sin frases ensayadas y sin miedo a decir lo que muchos callan, Yerlin se sentó a hablar en el podcast La Familia Cubana, conducido por Lieter Ledesma, Rachel Cruz y Yasbell Rodríguez. Y desde el inicio dejó caer una frase que lo dijo todo:
“No puedo entrar a Cuba. Yo soy I-220A”.
No fue una confesión hecha para buscar lástima, sino una realidad dicha de frente. Esa condición migratoria le impide regresar a la Isla, incluso para ver a sus padres. Lo cuenta con calma, pero el peso emocional se siente en cada palabra. Es la historia de miles de cubanos que viven con el corazón partido entre dos países.
El miedo constante de no llegar a tiempo
La conversación se vuelve todavía más dura cuando sale a relucir el tema familiar. El padre de Yerlin padece una enfermedad degenerativa, y la distancia convierte cada día en una cuenta regresiva silenciosa. Cuando Lieter menciona la reciente muerte de su propio padre, la actriz responde con una frase que cala hondo:
“Yo vivo con ese miedo porque no lo voy a ver”.
No hay drama exagerado, solo una verdad que golpea. La emigración no termina cuando se cruza una frontera; continúa en la ansiedad diaria, en las llamadas, en el temor constante de recibir una noticia que no se puede enfrentar cara a cara.
La televisión en Cuba no paga las cuentas
Durante el diálogo, Yerlin también desmonta uno de los mitos más persistentes en Cuba: la idea de que salir en la televisión garantiza estabilidad económica. Nada más lejos de la realidad.
“Si yo llego a tener que vivir con el dinero de la novela, me muero de hambre. Literal, me hubiera muerto de hambre”, dice sin rodeos.
Y no habla desde la especulación. Hasta el día en que salió de Cuba, combinaba su carrera actoral con trabajos en la gastronomía. Como muchos otros actores, tuvo que buscarse la vida fuera de los reflectores.
“Yo trabajaba en el restaurante Habana Blue. Tú abrías la puerta y ahí estaba yo: ‘Buenas, cómo está, adelante’”, recuerda con naturalidad.
Sin filtros, también en lo personal
El podcast no se quedó solo en lo serio. Hubo espacio para la risa, la picardía y la sinceridad brutal. Cuando le preguntaron qué es lo primero que mira cuando alguien le atrae, Yerlin respondió sin titubeos:
“Aquello”, aclarando enseguida que hablaba de la entrepierna… pero solo si ya le gusta la persona.
Y cuando Rachel Cruz quiso saber cuál era su mayor adicción, la actriz fue igual de directa:
“El sexo”.
Sin tabúes, sin poses y sin intención de agradar a nadie.
Una historia que representa a muchos
Más allá de los titulares llamativos, la entrevista dibuja el retrato de una mujer real. Yerlin Pérez construyó su carrera en Cuba entre novelas, teatro y trabajos paralelos para sobrevivir. Hoy, desde Estados Unidos, sigue ligada al mundo artístico, explorando nuevos formatos, plataformas digitales y espacios independientes, mientras reconstruye su vida lejos de casa.
Desde Miami, habla con la libertad de quien ya no tiene que aparentar. Su testimonio conecta con toda una generación de artistas cubanos marcados por la emigración, la precariedad y la distancia familiar. Y deja claro algo que muchos intuyen: detrás de la pantalla, la realidad casi nunca es tan brillante como parece.










