Robaban gasolina de CUPET y eran los encargados de cuidarla: el escándalo que sacude Matanzas

Redacción

En Cuba ya casi nada sorprende, pero hay noticias que igual logran levantar cejas. Esta vez ocurrió en Matanzas, en una empresa de CUPET, donde un jefe de turno y un custodio fueron sorprendidos robando gasolina directamente de los tanques que debían proteger. No fue un rumor ni un chisme de pasillo: los agarraron in fraganti con 25 litros de combustible cuidadosamente empacados en bolsas de nailon, listos para desaparecer en la madrugada.

Según una fuente vinculada al Ministerio del Interior (Minint), los implicados trabajaban en la UEB Comercializadora de Combustible de Matanzas, específicamente en el Terminal 320. El robo ocurrió durante un turno nocturno, ese horario donde pasan muchas cosas y casi nadie mira… hasta que alguien mira.

La información salió a la luz a través del perfil oficialista de Facebook “Con Todos La Victoria”, que no tardó en calificar el hecho como “totalmente bochornoso”. Y, en teoría, razón no le falta: la misión de ambos trabajadores era proteger recursos estratégicos destinados —al menos en el discurso— a la economía nacional y al bienestar de la población.

Los nombres también salieron a relucir: Marcial Rudelay Cancino Ochoterena y Ernesto Mesa Méndez. Dos empleados estatales más que ahora tendrán que responder ante la justicia por un delito que, dependiendo de cómo se catalogue, puede salirles extremadamente caro.

Reacciones encontradas: entre el repudio y la comprensión

Como suele pasar en Cuba, la noticia dividió opiniones. En los comentarios, algunos usuarios descargaron toda su indignación contra los trabajadores, achacando el robo a la pérdida de valores, la falta de principios y la famosa “descomposición social”. Para este grupo, la única solución posible es mano dura y sanciones ejemplarizantes.

Pero no todos piensan igual. Muchas personas salieron a justificar el hecho, no porque lo consideren correcto, sino porque lo ven como una consecuencia directa de la crisis brutal que atraviesa el país. Salarios que no alcanzan, inflación descontrolada y un combustible que escasea tanto como la paciencia.

Otros fueron más allá y señalaron lo que muchos piensan pero pocos dicen en voz alta: ¿por qué la intransigencia suele caer siempre sobre el eslabón más bajo de la cadena, mientras los grandes robos y la corrupción de altos funcionarios rara vez reciben el mismo castigo?

Un comentario resumió bien ese sentir popular: “A los mismos que les pagan para cuidar son los mismos que roban, casi idéntico a muchos dirigentes que el pueblo mantiene y no resuelven nada”.

Un problema que viene de adentro

Lo más llamativo es que CUPET ya ha reconocido públicamente que los robos de combustible nacen, en muchos casos, dentro de sus propias instalaciones. En la televisión estatal, la directora de la Empresa Comercializadora de Combustible, Yarianna Guerra, admitió que en una sola jornada las pérdidas pueden alcanzar entre 20.000 y 30.000 litros.

También reconoció que en estas redes están involucrados desde custodios y choferes de cisternas hasta jefes de brigada y directivos. Las medidas aplicadas incluyen destituciones y separaciones definitivas del cargo, aunque para muchos cubanos eso sigue siendo insuficiente.

Según el Minint, entre enero y agosto de 2025 se recuperaron 350.000 litros de combustible robado en todo el país. Y la Fiscalía fue clara: estos hechos pueden considerarse sabotaje, con penas de hasta 30 años de prisión.

Mano dura, pero sin atacar la raíz

El gobierno insiste en mostrar firmeza contra el delito, pero la calle tiene otra lectura. Para muchos cubanos, mientras no se resuelvan las causas reales —escasez, salarios de miseria, pensiones indignas e inflación galopante— los robos seguirán ocurriendo.

La gente pide castigo, sí, pero también soluciones. Porque en un país donde sobrevivir se ha vuelto una hazaña diaria, la línea entre delito y desesperación cada vez es más fina.

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