El régimen cubano anunció que comprará dólares con la nueva “tasa cambiaria flotante”, pero mantiene el límite de venta a la población en 100 USD por persona, operando únicamente a través de la aplicación Ticket en las 41 casas de cambio habilitadas.
Ian Pedro Carbonell, director de Políticas Macroeconómicas del Banco Central de Cuba, explicó que los ciudadanos podrán acudir a sucursales bancarias o CADECA para vender sus divisas. Según él, será un “espacio seguro, con una tasa de cambio atractiva, que permitirá obtener pesos cubanos sin los riesgos de los mercados informales”. Lo curioso es que la “atractiva” tasa solo existe sobre el papel, mientras en la calle el dólar sigue escapándose de las manos de la gente.
Sobre la compra de divisas, Carbonell puntualizó que se trata de un proceso gradual y que el mercado estatal solo venderá lo que consiga comprar. La nueva tasa flotante, dijo, permitirá operar sin que el Estado tenga que invertir recursos adicionales. En sus palabras, la idea es que los exportadores sean una de las principales fuentes de divisas, y que poco a poco se amplíen las operaciones de venta más allá de las oficinas actualmente autorizadas.
Para las personas naturales, el límite de compra sigue siendo 100 USD por operación, y la operatoria se mantiene en las mismas 41 oficinas designadas. Carbonell reconoció que el sistema actual funciona con lentitud, y que las colas interminables de la aplicación Ticket se mantendrán. Según él, quizás con la nueva tasa algunas personas no compren inmediatamente y eso podría reducir la demanda, pero la ilusión de orden persiste mientras la realidad cotidiana sigue siendo caos.
Las nuevas oficinas que se incorporen comenzarán desde cero, con colas nuevas, pero el mismo mecanismo de tickets para establecer los turnos. Carbonell admitió que este sistema se mantendrá “hasta que se recupere la operatoria anterior”, es decir, hasta que la gente pueda comprar y vender libremente. Pero como todos saben, esas colas solo desaparecen cuando la oferta deja de ser ridículamente inferior a la demanda, algo que el régimen aún no parece dispuesto a resolver.










