Un grupo de 128 migrantes cubanos en situación irregular fue devuelto este 18 de diciembre desde Estados Unidos a Cuba, en un vuelo que aterrizó en el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana. La información fue confirmada por el Ministerio del Interior (MININT) a través de su página oficial en Facebook, con el habitual tono frío y administrativo que ignora el drama humano detrás de cada regreso forzado.
Según la nota oficial, entre los deportados había 106 hombres, 21 mujeres y un menor de edad, todos retornados bajo el paraguas de los llamados “acuerdos migratorios bilaterales”. Acuerdos que el régimen invoca cuando le conviene, pero que no frenan en absoluto el éxodo masivo provocado por su propio desastre económico y social.
Las autoridades también informaron que una de las personas fue detenida al llegar, debido a que se encontraba en libertad condicional cuando abandonó el país. Un recordatorio claro de que, para muchos, regresar no significa volver a casa, sino volver a estar bajo vigilancia y control.
Con este vuelo, ya suman 53 operaciones de devolución en 2025, con 1,663 cubanos regresados a la isla desde distintos países de la región. Y la cifra sigue creciendo. El propio MININT adelantó que para este viernes está prevista la devolución de otros seis migrantes, interceptados en el mar cuando intentaban escapar por vía marítima. De concretarse, el total ascendería a 1,669 devueltos.
Como es costumbre, el comunicado oficial insiste en el discurso de una migración “regular, segura y ordenada”, mientras culpa a las salidas ilegales de poner en riesgo la vida de las personas. Lo que nunca menciona es por qué tantos cubanos están dispuestos a jugarse la vida con tal de irse.
Hasta ahora, no se ha informado qué ocurre con estos migrantes tras su llegada, ni en qué condiciones quedan, más allá de la detención anunciada. El silencio oficial vuelve a ser la norma, dejando a familias enteras en la incertidumbre.
Las deportaciones desde Estados Unidos forman parte de un mecanismo que se ha mantenido activo incluso en momentos de tensión política. El 20 de noviembre, Washington devolvió 139 cubanos en otro vuelo, y el 6 de noviembre se marcó un récord con 232 deportados, el mayor operativo desde que se retomaron estas expulsiones en 2023.
Bajo la administración de Donald Trump, Estados Unidos ha ejecutado la política migratoria más dura de las últimas décadas. Según datos oficiales citados por medios independientes, hasta noviembre se contabilizaban 4,755 cubanos deportados, una cifra muy superior a la de gobiernos anteriores. Con el vuelo del 18 de diciembre, el total asciende ya a 4,883 migrantes devueltos a Cuba en apenas 12 vuelos coordinados con el régimen.
Mientras tanto, aquellos cuya entrada no acepta el Gobierno cubano están siendo enviados a terceros países, una práctica cada vez más frecuente. Todo esto ocurre mientras el régimen sigue sin ofrecer futuro, oportunidades ni esperanza, pero sí recibe, en silencio, a quienes un día empujó a irse.







