El actor cubano Raúl Enríquez Zerquera falleció este sábado, una noticia que sacudió a varias generaciones de televidentes que crecieron viéndolo en la pantalla chica. La información fue confirmada por Cubavisión a través de un mensaje de condolencias, donde lo calificaron como una figura “imprescindible” de la televisión cubana durante más de cuarenta años.
Según el comunicado oficial, Enríquez fue un pilar del medio televisivo desde inicios de la década de 1980, manteniéndose activo de manera sostenida en un panorama artístico marcado por limitaciones, censuras y precariedad. Aun así, logró construir una carrera sólida y reconocible, algo nada fácil en el contexto cultural cubano.
Su trayectoria no se limitó a la actuación. Fue también escritor y director teatral, con una visión amplia y exigente del arte, que lo llevó a involucrarse en cada proceso creativo con rigor y compromiso. Durante más de tres décadas, defendió un trabajo serio en escena, lejos del facilismo y la improvisación.
En la televisión, el público lo recuerda especialmente por sus papeles en telenovelas cubanas y por su presencia recurrente en el policiaco “Tras la Huella”, donde dejó personajes firmes, creíbles y bien construidos. Su rostro se volvió habitual, incluso familiar, en hogares de todo el país.
Uno de sus trabajos más recientes quedó registrado en la telenovela “Ojo de Agua”, aún pendiente de estreno, donde asumió un personaje de fuerte carga dramática. También formó parte del elenco de “Cuando el amor no alcanza”, reafirmando su vigencia hasta el final.
Más allá de la pantalla, dirigía la Compañía Teatral Aries, con sede en el municipio habanero de 10 de Octubre, un proyecto que sostuvo durante 23 años y que dejó una huella profunda en el trabajo comunitario. Bajo su guía se estrenaron más de 70 obras, muchas de ellas en condiciones difíciles, pero con una clara vocación artística.
Como autor y director firmó títulos como “Fandango”, “El amo de los perros”, “Gangrena negra” o “Dolor ajeno”, piezas que reflejan una mirada crítica y humana, lejos del teatro complaciente que tantas veces ha promovido la institucionalidad cultural.
En 2019 recibió el Premio ACTUAR por la Obra de la Vida, un reconocimiento a una carrera construida a base de constancia, talento y carácter. Colegas como el actor Edwin Fernández lo despidieron en redes sociales recordándolo como un profesional directo, bromista, amante de la buena conversación y del escenario.
Se va un actor respetado, profundamente ligado a la historia real de la televisión cubana, no la oficialista, sino la que se sostuvo gracias al esfuerzo de artistas que, pese a todo, siguieron creando. Para su familia, sus colegas y el público que lo acompañó durante años, queda su obra… y ese recuerdo que no se apaga tan fácil.
