Ignacio Giménez no baja el ritmo ni la imaginación. Lejos de recular tras el descrédito de sus promesas anteriores, este viernes volvió a sus redes sociales con otro relato cargado de épica personal, conspiraciones judiciales y supuestos regalos bancarios masivos para los cubanos dentro de la isla.
Según su nueva historia, mientras cada cubano recibe un “regalo de Año Nuevo” en su cuenta o tarjeta, él estará aterrizando en Cuba el domingo 4 de enero, con pasaje en mano y misión histórica incluida. El guion, otra vez, mezcla biografía, victimismo, amenazas legales y promesas económicas que no tienen respaldo alguno en la realidad cubana.
Giménez se presenta como un personaje casi novelesco: nacido en la isla, salido “por motivos evidentes”, regresado, expulsado y ahora de vuelta “para quedarse para siempre” a los 68 años. Todo adornado con la promesa estrella: dinero automático en cuentas bancarias cubanas, incluso para pensionados que solo tienen tarjeta magnética. No hay trámites, no hay firmas, no hay explicaciones técnicas. Solo mirar el saldo y creer.
El argumento roza lo absurdo cuando asegura que este milagro financiero es posible gracias a una supuesta “Plataforma de Recuperación Económica”, organizada por él mismo y apoyada —según dice— por elementos del gobierno cubano, organismos internacionales y grandes corporaciones. En la Cuba real, donde ni las empresas estatales pueden pagar salarios dignos, la idea de contratos directos en dólares sin intermediación estatal suena a ciencia ficción.
La parte más surrealista llega cuando intenta justificar su entrada a la isla. Afirma que, tras demandar en España al Noticiero Nacional y mencionar propiedades vinculadas a Lis Cuesta, el gobierno cubano decidió permitirle el regreso, colaborar con su plan económico y retractarse públicamente para “reparar su honor”. Todo presentado como una cadena lógica de hechos, aunque no existe prueba pública, judicial ni diplomática que respalde semejante giro del régimen.
También asegura que trabajará desde el Centro de Negocios de Miramar junto a un banco corporativo con licencia del Banco Central, que organizará entrevistas laborales en toda Cuba y que vivirá tranquilamente en Siboney, transmitiendo desde una plataforma llamada “Ignacio en Cuba”. Para cerrar el círculo del mito, remata diciendo que recibió un visado con salvoconducto mientras escribía el mensaje. Timing perfecto. Credibilidad cero.
El problema no es solo el ridículo del relato. El daño está en la expectativa que genera, sobre todo entre pensionados y personas vulnerables que revisan sus cuentas esperando un ingreso que nunca llega. En un país devastado por décadas de mala gestión, mentir sobre dinero es jugar con la desesperación.
Mientras el régimen empuja al pueblo a la miseria y controla cada dólar que entra al sistema financiero, estas fantasías no enfrentan al poder: lo distraen. Y cuando pasen los días, enero avance y los saldos sigan iguales, quedará claro, una vez más, que en Cuba no hay regalos bancarios, ni planes milagro, ni salvadores individuales. Solo crisis… y cuentos cada vez más grandes.










