Siete termoeléctricas caídas y casi 2,000 MW en déficit: el SEN al borde del nocaut

Redacción

El Sistema Eléctrico Nacional (SEN) vuelve a mostrar este sábado su peor cara. Con siete unidades termoeléctricas fuera de servicio y una generación incapaz de cubrir la demanda, Cuba se encamina a otra jornada marcada por apagones masivos y un déficit que roza los 2,000 megawatts en el horario pico.

De acuerdo con la información oficial de la Unión Eléctrica (UNE), el viernes fue un día negro de principio a fin. El servicio estuvo afectado durante las 24 horas y alcanzó su punto más crítico a las 6:10 de la tarde, cuando el déficit llegó a 2,021 MW, una cifra que refleja el estado calamitoso del sistema.

La mañana de este sábado no arrancó mejor. La disponibilidad real del SEN apenas alcanzaba los 1,380 MW, mientras la demanda subía a 2,350 MW, dejando a casi 1,000 MW fuera de cobertura desde temprano. Para el mediodía, el propio parte oficial reconoce que la afectación superaría los 1,100 MW, confirmando que el apagón no es un accidente, sino la norma.

Detrás de este colapso están las mismas causas de siempre: termoeléctricas rotas, mantenimientos eternos y una gestión incapaz de sostener el sistema. Tres unidades clave permanecen fuera de servicio por averías en las centrales de Mariel, Felton y Renté, mientras otras cuatro están detenidas por mantenimientos en plantas de Mariel, Santa Cruz y Cienfuegos.

A ese panorama se le suma una generación térmica limitada que deja más de 500 MW fuera de juego, como si no bastara con un parque industrial obsoleto y mal atendido durante décadas.

Pero el golpe más duro vuelve a ser la falta de combustible. Decenas de centrales de generación distribuida están paradas o trabajando a medias, la central fuel de Moa aporta menos de lo necesario y la escasez de lubricantes sigue apagando motores. Más de 1,000 MW se pierden simplemente porque el país no tiene con qué echar a andar sus propias máquinas.

Para el horario pico de este sábado, el régimen apuesta —otra vez— a promesas de última hora. Según la UNE, podrían incorporarse dos unidades en proceso de arranque, una en Renté y otra en Mariel, con poco menos de 100 MW en total. Un parche mínimo frente a una demanda que ronda los 3,400 MW.

Con ese escenario, la disponibilidad real apenas llegaría a 1,475 MW, dejando un déficit estimado de 1,925 MW y una afectación que podría escalar hasta 1,955 MW si nada cambia. Traducido al lenguaje de la calle: apagones largos, rotaciones interminables y barrios enteros a oscuras.

Ni siquiera la propaganda solar logra maquillar el desastre. Los 33 parques fotovoltaicos recientemente inaugurados aportaron algo más de 2,700 MWh, con un pico de 502 MW al mediodía. Pero esa cifra resulta insuficiente frente a una demanda nacional desbordada y una red incapaz de sostenerse.

En La Habana, el panorama no fue diferente. La Empresa Eléctrica informó que el viernes la capital estuvo casi 19 horas sin servicio, con una afectación máxima de 321 MW en la tarde. Aunque el suministro se restableció de madrugada, varios bloques siguen apagados debido a la baja generación disponible.

Las autoridades, fieles a su libreto, volvieron a advertir que las afectaciones dependerán del comportamiento del SEN. Una frase gastada que ya nadie cree, y que solo confirma lo evidente: el sistema eléctrico cubano es frágil, vulnerable y está al límite.

Mientras el régimen habla de transición energética y millones invertidos, el país sigue hundido en la oscuridad, atrapado en un modelo incapaz de garantizar algo tan básico como la electricidad. Y el pueblo, como siempre, paga el precio del desastre.

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