Lo que pasó en el poblado de Tres Golpes, en el municipio avileño de Ciro Redondo, no es un simple robo más. Es otra señal clara de hasta dónde ha llegado la crisis en Cuba. Tres hombres protagonizaron un violento asalto para llevarse 16 cerdos de una cochiquera privada, dejando detrás no solo pérdidas económicas, sino indignación, miedo y una avalancha de comentarios en redes sociales.
Según se conoció, los implicados —Yoandri Peña Proenza, Emilio Arzuaga Herrera y Willian Viñales— entraron al lugar con un plan claro y sin miramientos. Allí atacaron al custodio, lo golpearon, lo amarraron y lo dejaron completamente indefenso mientras cargaban con los animales. No fue un descuido ni una oportunidad improvisada: fue un asalto violento, calculado y sin escrúpulos.
La información fue divulgada por el perfil oficialista Avileños de Corazón, que no se mordió la lengua al describir el hecho como un intento de “fin de año de lujos y repugnancia”. Con su habitual tono sarcástico, la página aseguró que el plan parecía sacado de una “película del sábado”, pero terminó mal gracias a la rápida acción policial. “Cuando el patín es bueno, el camino se hace corto”, resumieron.
Violencia en el campo: ya no es solo robar
Más allá del número de cerdos —que ya de por sí llama la atención en un país donde el puerco es casi un artículo de lujo— lo que realmente preocupa es el nivel de violencia empleado. Golpear y amarrar a un custodio marca una línea peligrosa: ya no se trata de robar a escondidas, sino de imponer el miedo como método.
Este tipo de delitos se está volviendo cada vez más común en zonas rurales, donde los campesinos y pequeños propietarios sienten que están solos. Sin protección real y con recursos limitados, muchos viven con el temor constante de que cualquier noche alguien llegue dispuesto a todo por un poco de comida o dinero.
“Hotel Villa Cabilla” y la justicia popular
Como suele pasar, las redes sociales explotaron. El caso dio pie a una lluvia de comentarios cargados de ironía, rabia y hartazgo. Muchos celebraron la detención deseándoles una larga estancia en el famoso “Hotel Villa Cabilla”, nombre con el que popularmente se refieren a la prisión provincial.
“Se les acabó el puerco asado de fin de año”, comentó uno.
“Ahora que prueben sopa de tilapia y morronga”, escribió otro.
“No puerco, no fiesta”, ironizó un tercero.
Pero detrás del humor hay una molestia profunda. Varios usuarios exigieron penas severas, sin contemplaciones. Algunos propusieron un año de prisión por cada cerdo robado; otros pidieron trabajos forzados o condenas largas para frenar este tipo de delitos.
El trasfondo: escasez, impunidad y miedo
El robo de cerdos no ocurre en el vacío. La carne de cerdo está por las nubes en el mercado informal, y eso ha convertido a las cochiqueras en blancos frecuentes de delincuentes organizados. Lo que antes era un problema aislado, hoy es una tendencia alarmante.
Muchos comentarios reflejan una pérdida total de fe en el sistema judicial. “En un mes están en la calle”, dicen algunos. Otros aseguran que las leyes actuales no están a la altura de la gravedad del problema y reclaman castigos ejemplarizantes.
Lo ocurrido en Ciego de Ávila no es solo un asalto violento por 16 cerdos. Es otra muestra de cómo la crisis ha erosionado los límites éticos y ha normalizado lo que antes era impensable. Entre la escasez, la desesperación y la sensación de impunidad, Cuba sigue sumando historias donde la violencia se vuelve rutina.










