La angustia no da tregua. Desde el 15 de marzo, Doraiky Águila Vázquez permanece desaparecida y su familia vive atrapada entre la desesperación y la incertidumbre. La última vez que fue vista fue en Lawton, en el municipio Diez de Octubre, y desde entonces no hay rastro alguno de su paradero.
Su madre, Maura Vázquez, ha convertido las redes sociales en su único altavoz ante la inacción de las instituciones. En mensajes cargados de dolor y esperanza, ha pedido ayuda a quien pueda aportar cualquier información. “Hija de mi corazón, te buscamos y te encontraremos”, escribió, dejando claro que no solo la busca su familia, sino también vecinos y personas que se han solidarizado con el caso.
La ausencia de Doraiky golpea con especial fuerza a sus hijos adolescentes, quienes no dejan de preguntarse cuándo volverán a ver a su madre. Según cuenta Maura, Doraiky es una mujer querida, cercana, de esas que no pasan desapercibidas, y su desaparición ha dejado un vacío enorme en su entorno.
La madre ha sido clara en su ruego: no busca culpables ni juicios. Solo quiere que su hija aparezca con vida. Ha pedido que, si alguien la tiene o sabe dónde está, la entregue sin miedo. “No juzgamos, queremos a Doraiky”, ha repetido una y otra vez, insistiendo en que su hija necesita regresar a casa para estar con su familia y atender su salud.
En medio del dolor, también ha habido espacio para la fe. En sus mensajes, Maura ha pedido protección divina, apelando a los ángeles y a la Virgen de la Caridad del Cobre para que guíen el camino y rompan cualquier obstáculo que impida encontrarla.
La preocupación es mayor porque la familia ha confirmado que Doraiky padece pérdida de memoria transitoria, lo que incrementa su vulnerabilidad. A eso se suma que se encuentra indocumentada, una realidad peligrosa en un país donde cualquiera puede aprovecharse del desamparo ajeno.
Al momento de su desaparición, vestía un traje largo amarillo con flores en tonos rojizos o rosados y sandalias negras y rojas. Fue vista por última vez caminando por la Calzada de 10 de Octubre, una zona transitada que hoy no ofrece ninguna respuesta.
La denuncia fue presentada ante la policía y cuenta con un número de registro, pero como ocurre en demasiados casos en Cuba, la familia ha tenido que asumir la búsqueda casi en solitario, apoyándose en redes sociales, vecinos y plataformas independientes.
Organizaciones como Yo Sí Te Creo Cuba y Alas Tensas se han sumado a la difusión del caso, alertando desde hace meses sobre la posibilidad de que Doraiky haya sido víctima de un engaño o retención forzada. Activistas y residentes han llamado a fortalecer la búsqueda comunitaria, barrio por barrio, ante la evidente falta de una estrategia oficial efectiva.
El temor crece con cada día que pasa. La combinación de vulnerabilidad, desprotección y silencio institucional es una mezcla peligrosa. Mientras tanto, una madre no duerme, unos hijos esperan y una familia entera se pregunta cómo es posible desaparecer en Cuba sin que el Estado reaccione con urgencia.
El caso de Doraiky Águila Vázquez no es aislado. Se suma a una realidad cada vez más frecuente en la isla, donde las familias deben recurrir a la solidaridad ciudadana y a internet para buscar a los suyos, porque los mecanismos oficiales no funcionan, no responden o simplemente miran hacia otro lado.










