Gerardo ‘El Tarrú’ Hernández alaba públicamente concierto de Charly & Johayron en La Habana y desata una tormenta de sospechas en redes sociales

Redacción

Gerardo Hernández Nordelo volvió a hacer lo que mejor sabe: meter la política donde no lo llaman. El exespía condenado en Estados Unidos y actual coordinador nacional de los CDR celebró públicamente el concierto de Charly & Johayron en La Habana y, sin querer —o queriendo—, desató una tormenta en redes sociales.

Desde su perfil, el oficial de la Seguridad del Estado calificó como “multitudinario” el concierto ofrecido por los reguetoneros en el Club 500 y aseguró que los fondos recaudados serían destinados a las provincias afectadas por el huracán Melissa. Todo adornado con entusiasmo, consignas y el infaltable hashtag oficialista.

Las imágenes que acompañaron la publicación no dejaron dudas. Hernández estaba allí, sobre el escenario, cámara en mano, retratando a los artistas mientras cantaban ante cientos de personas. Una foto que, para muchos, valió más que mil comunicados.

Lo que pretendía ser una felicitación terminó siendo una marca incómoda. En cuestión de minutos, las redes se llenaron de comentarios cargados de sarcasmo, burla y sospecha. Para decenas de cubanos, el simple hecho de recibir elogios públicos de uno de los rostros más visibles del aparato represivo fue suficiente para levantar banderas rojas.

La ironía se impuso. Usuarios comentaron que ahora sí les habían “hundido la carrera”, que el dúo había quedado “deschavado” y que ya no eran dos artistas, sino parte del club de los “héroes” fabricados por la propaganda. Otros fueron más directos y rebautizaron el evento como “el concierto del CDR”, dejando claro el malestar.

Charly & Johayron, que en los últimos años han actuado en Estados Unidos sin pronunciarse jamás sobre la represión, los presos políticos o la falta de libertades en Cuba, quedaron ahora en una posición incómoda. El abrazo público del régimen no perdona, y menos cuando viene de alguien como Gerardo Hernández, símbolo vivo de la lealtad incondicional al poder.

En redes, una frase se repitió una y otra vez, como sentencia popular: “Los acaban de tirar pa’lante como un carrito de helado”. En buen cubano, una forma clara de decir que el favor salió caro.

En un país donde el silencio también es una postura política, el aplauso del régimen funciona como una etiqueta difícil de despegar. Y esta vez, no fue un acto de censura lo que encendió la polémica, sino un elogio. Porque en Cuba, cuando un represor te felicita en público, no es un premio: es una advertencia.

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