Hoteles de lujo en Cuba mientras la gente pasa hambre: el contraste que indigna

Redacción

Mientras millones de cubanos hacen malabares para conseguir alimentos básicos, los hoteles del país parecen vivir en otro mundo. La abundancia que se ve en estos establecimientos administrados por el Estado es tan extrema que resulta casi surrealista frente a la precariedad que enfrenta la mayoría de la población.

Recientemente, un video que se volvió viral en redes sociales mostró un buffet impresionante en el Meliá Habana, con mesas llenas de jugos, leche, yogur, cereales, panes, carnes, jamones, quesos, frutas, vegetales y dulces. En el contexto cubano, ese despliegue no es un lujo cualquiera: es un verdadero festín, casi inalcanzable para quienes enfrentan colas interminables y precios prohibitivos por productos básicos.

“Los hoteles en Cuba no conocen de bloqueo, ni embargo americano, y los cubanos aguantan hambre”, escribió el usuario hermesyasell_cubaface, quien compartió las imágenes en Instagram, generando indignación y debates sobre la desigualdad. Mientras turistas y extranjeros disfrutan de comidas variadas y abundantes, muchas familias cubanas dependen del mercado informal o de lo poco que logran encontrar en tiendas estatales.

La crisis en Cuba es mucho más que falta de comida. La escasez de medicinas, productos de higiene y electricidad afecta la vida cotidiana. Los apagones son prolongados y el acceso al agua potable se ha vuelto un lujo en muchas zonas. Comunidades enteras dependen de fuentes inseguras para abastecerse, mientras los hospitales luchan por atender brotes de virus y enfermedades sin medicamentos ni insumos básicos.

En este escenario, la prioridad del Estado sigue siendo la inversión en el turismo, aunque el número de visitantes haya caído y la economía esté en contracción. Hoteles de lujo reciben recursos millonarios, mientras la población sufre, evidenciando un contraste brutal entre opulencia y precariedad. Para muchos cubanos, estas imágenes se han convertido en un símbolo evidente de la desigualdad y del fracaso de un modelo que no logra garantizar las necesidades más básicas de su gente.

Mientras el mundo mira fotos de buffets interminables en la isla, los cubanos recuerdan que detrás de cada mesa llena hay una población que lucha día a día por lo elemental. Ese contraste entre lujo y carencias es, quizás, la foto más clara de la Cuba de hoy: un país donde el turismo prospera mientras sus ciudadanos apenas sobreviven.

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