Prensa internacionalista se hace eco del colapso sanitario en Cuba y la epidemia que afecta el país: «Parece una ciudad de zombies»

Redacción

La grave epidemia viral que hoy golpea a Cuba ya no es un secreto a voces dentro de la Isla. El desastre sanitario cruzó fronteras y llegó a la prensa internacional, que coincide en algo que el régimen lleva años tratando de tapar: el sistema de salud cubano está colapsado.

Medios de gran alcance como la BBC, Univisión y El País han publicado reportajes demoledores sobre el avance sin freno del dengue, el chikungunya y el virus del oropouche, enfermedades transmitidas por mosquitos que se expanden a toda máquina en un país lleno de basura, agua estancada y abandono institucional.

En uno de los trabajos más recientes, BBC News Mundo tituló sin anestesia: “Parece una ciudad de zombis”, una descripción que retrata escenas de personas dobladas por el dolor, hospitales sin medicamentos y barrios donde el Aedes aegypti campea a sus anchas. No es exageración: es el día a día de miles de cubanos.

El reportaje recoge el testimonio de la periodista cubana Yirmara Torres, quien describió con crudeza lo que se vive en Matanzas. Según contó, basta con salir a la calle y mirar alrededor para entenderlo todo: gente enferma, agotada, caminando como puede, tratando de sobrevivir en medio del dolor y la indiferencia estatal.

Para muchos cubanos, “el virus” se ha convertido en el miedo principal, incluso por encima del hambre y los apagones. Así lo destaca la BBC, que subraya cómo una población ya castigada por la escasez de alimentos, medicinas y electricidad ahora enfrenta una amenaza sanitaria sin recursos para defenderse.

La cobertura internacional ha dejado al descubierto lo que el régimen intenta minimizar a toda costa: la falta de transparencia, el maquillaje de cifras y el derrumbe real del sistema de salud. Según datos oficiales del MINSAP, al menos 47 personas han muerto por arbovirosis, aunque médicos, activistas y familiares aseguran que la cifra real podría ser mucho mayor.

Desde La Habana, un profesor entrevistado por la BBC lo dijo sin rodeos: muchos prefieren quedarse en casa y automedicarse antes que ir a hospitales donde no hay medicinas, ni condiciones, ni garantías. Y no le falta razón.

Los hospitales carecen de insumos básicos como guantes, jeringuillas y antibióticos. Los pacientes dependen del mercado negro o de paquetes enviados desde el exterior para poder tratarse. Curarse en Cuba hoy es un privilegio, no un derecho.

El contraste entre el discurso oficial, que todavía insiste en vender a Cuba como una “potencia médica”, y la realidad que muestran los reportajes internacionales ha generado una indignación creciente. Las redes sociales se han llenado de denuncias de pacientes y de médicos agotados, mientras el régimen sigue usando el comodín del “bloqueo” para evadir responsabilidades.

Pero las imágenes hablan solas. Hospitales en ruinas, basura acumulada, barrios sin fumigar y apagones constantes desmontan la propaganda oficial sin necesidad de discursos.

Un joven ingeniero desde La Habana explicó que cuando se va la corriente y no hay ventiladores, los mosquitos entran sin pedir permiso. Otro añadió que la basura en las esquinas y el agua estancada crean el caldo de cultivo perfecto para las enfermedades. Nada de eso es nuevo, pero nunca se resolvió.

La BBC también subraya que este brote ocurre en el peor momento del sistema de salud cubano. Sin recursos, con salarios miserables que rondan los 30 dólares mensuales al cambio real y con un éxodo masivo de médicos que ha dejado hospitales vacíos y servicios cerrados.

Organismos como la OMS y la OPS han confirmado que Cuba intenta reforzar la vigilancia epidemiológica y las campañas de fumigación, pero reconocen que la falta de infraestructura y las pésimas condiciones sanitarias favorecen la expansión del virus.

La epidemia ya no puede esconderse. Las calles vacías, los enfermos encerrados en sus casas y los hospitales sin medicamentos se han convertido en el retrato más claro del fracaso del modelo socialista cubano, ese que durante décadas se llenó la boca hablando de una “potencia médica” que hoy no puede ni proteger a su propia gente.

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