El Gobierno cubano vuelve a sacar la carta del miedo para justificar su fracaso económico. Esta vez, el foco está puesto en el mercado informal de divisas, presentado como una amenaza criminal, cuando en realidad es la consecuencia directa de un sistema monetario roto y de decisiones estatales que han llevado al peso cubano al piso.
El coronel Marcos Yobany Rodríguez González, segundo jefe del órgano de la DTI encargado de enfrentar los delitos económicos, aseguró que alrededor del mercado ilegal de divisas y de la llamada tasa referencial manipulada se mueve hoy en Cuba una red de delitos graves que ya enfrenta decenas de procesos penales. El mensaje es claro: más culpables, menos autocrítica.
Según explicó el propio oficial, en estas operaciones se mezclan múltiples delitos, desde el tráfico ilegal de moneda nacional y divisas hasta la comercialización de metales y piedras preciosas. También habló de actividad económica ilícita, señalando la intermediación financiera sin licencia del Banco Central, como si ese mismo banco no hubiera destruido la confianza en el peso con su improvisación permanente. A eso se suma la evasión fiscal, porque muchas de estas transacciones, admiten, se realizan fuera del radar tributario.
Rodríguez reconoció además que muchas de estas operaciones toman como referencia la tasa del mercado informal, una tasa que el régimen insiste en llamar manipulada, pero que en la calle no es más que el reflejo de la realidad. Cuando el salario no alcanza y las tiendas venden en dólares, el mercado paralelo no es un delito: es supervivencia.
En su discurso, el oficial añadió que estas prácticas alimentan la especulación y el acaparamiento, gracias al manejo de divisas y al uso de información privilegiada dentro de grupos organizados. Sin embargo, evitó mencionar que la mayor fuente de distorsión de precios en Cuba es el propio Estado, con sus topes absurdos, su monopolio importador y su incapacidad para producir y abastecer.
El relato oficial insiste en que estas redes se enriquecen a costa del salario y el bienestar del pueblo. Pero la realidad es que el mayor golpe al bolsillo del cubano viene de la inflación descontrolada, los apagones, los salarios simbólicos y la dolarización impuesta desde arriba. El mercado informal no creó el problema, solo lo evidenció.
La DTI también advirtió que muchas de estas conductas se agravan cuando las personas actúan en grupo, lo que abre la puerta a sanciones más severas. Traducido al cubano de a pie: viene más cárcel y más represión, mientras las causas estructurales del desastre siguen intocables.
Para cerrar, Rodríguez reveló que solo en 2025 se han iniciado en Cuba más de 70 procesos penales vinculados a estos hechos, con incautaciones que superan los 150 millones de pesos cubanos y cerca de 250 mil dólares. Cifras que el régimen exhibe como victoria, pero que en realidad confirman la magnitud del caos económico que ellos mismos provocaron.










