Régimen militariza las calles de Guantánamo en medio de la noche para «controlar y garantizar la tranquilidad ciudadana»

Redacción

En Guantánamo, el cierre de año no llegó con luces ni alivio, sino con patrullas, uniformes y operativos nocturnos. Perfiles en redes sociales afines al oficialismo comenzaron a difundir imágenes de una visible militarización de las calles, presentada como una respuesta “preventiva” del Ministerio del Interior ante el aumento de delitos.

Según la narrativa oficial, el despliegue de efectivos del MININT junto a los llamados “factores revolucionarios” tiene como objetivo garantizar el orden interior y la tranquilidad ciudadana. En la práctica, lo que se ve es más control, más intimidación y cero soluciones estructurales a los problemas que empujan a la delincuencia.

Las propias publicaciones reconocen que durante estas acciones se procesaron denuncias por especulación y acaparamiento de productos “asignados al pueblo”, una frase que ya suena a burla en un país donde casi nada alcanza. También admiten detenciones por tenencia de armas blancas y arrestos en flagrancia por robos, además de multas y advertencias por las habituales “indisciplinas sociales”.

Como parte del operativo, las autoridades retiraron chapas, suspendieron licencias de conducción y realizaron compras forzosas a vendedores considerados ilícitos por vender a precios elevados. Una escena conocida: el Estado persiguiendo al último eslabón de la miseria, mientras ignora que la raíz del problema es su propio fracaso económico.

Incluso se informó la captura de un presunto autor de un robo con violencia de un teléfono celular, así como la detención de ciudadanos en las afueras del municipio con animales sustraídos. Todo presentado como un triunfo del orden revolucionario, cuando en realidad es el retrato de una sociedad empujada al borde por la escasez y el abandono.

El mensaje final del aparato oficial intenta vender el operativo como una “respuesta del Ministerio del Interior a su pueblo”. Pero en Guantánamo, como en el resto del país, muchos se preguntan a quién protege realmente esta presencia policial. Porque mientras las calles se llenan de uniformes, siguen faltando comida, trabajo, electricidad y futuro.

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