“Estamos viviendo a la intemperie”: madre cubana denuncia abandono tras huracán

Redacción

Otra historia más que duele leer, pero que explica mejor que cualquier discurso oficial lo que muchos cubanos están viviendo hoy. Una madre cubana de 73 años ha alzado su voz en redes sociales para denunciar el abandono total del Estado tras perder su vivienda por el paso del huracán Melissa. Su frase resume el drama: “Estamos viviendo a la intemperie”.

La denuncia fue compartida en Facebook por el periodista Mario J. Pentón y rápidamente se volvió viral. No es para menos. El testimonio expone, sin adornos, el deterioro profundo de los mecanismos de atención social en Cuba y la desconexión total entre las instituciones y la realidad de las personas más vulnerables.

La protagonista de esta historia es una anciana enferma, con múltiples padecimientos, que vive junto a sus dos hijas. Una de ellas presenta retraso mental y, para colmo, dio a luz el pasado 2 de diciembre a una bebé con bajo peso. Tres generaciones sobreviviendo en condiciones extremas, sin techo seguro y sin ayuda estatal.

Desde el nacimiento de la niña, la situación se volvió todavía más crítica. La abuela explica que tuvo que abandonar su trabajo para poder cuidar a su hija durante el embarazo y atender ahora a la recién nacida. Esa decisión, obligada por las circunstancias, terminó de hundir económicamente a la familia.

Como si no fuera suficiente, el huracán Melissa destruyó completamente su vivienda. Techo, paredes, todo quedó afectado. Han pasado los meses y, según denuncia la mujer, nadie ha aparecido con una solución. Ni materiales, ni evaluación técnica, ni una respuesta concreta. Nada.

El problema se agrava por un detalle que, en Cuba, puede condenarte al abandono: no tiene la propiedad legal de la casa. Lleva tres años esperando que concluyan los trámites, sin éxito. Y como no tiene la famosa “ficha técnica”, las autoridades le niegan el acceso a cualquier programa de ayuda o materiales de construcción.

Es decir, la casa se cayó, pero como el papeleo no está terminado, oficialmente es como si el problema no existiera. Una trampa burocrática que deja a familias enteras a la deriva.

La mujer confiesa estar agotada física y emocionalmente después de ir de oficina en oficina, de tocar puertas que no se abren y recibir siempre la misma respuesta: espere, vuelva mañana, eso no depende de nosotros.

“Estoy cansada y preocupada”, dice, y no es para menos. Vive con el miedo constante de que su nieta recién nacida enferme, porque duermen prácticamente al aire libre, expuestos al sol durante el día y al sereno por las noches. Sin paredes que protejan, sin un techo digno.

El testimonio generó una avalancha de reacciones en redes sociales. Muchos usuarios expresaron indignación por la ineficiencia gubernamental y la falta total de sensibilidad institucional. Otros recordaron que las donaciones para damnificados muchas veces se pierden, se desvían o nunca llegan a quienes más las necesitan.

También hubo quienes señalaron una realidad cada vez más común: las redes sociales se han convertido en la única vía de auxilio para muchas familias cubanas, esperando que alguien desde el exterior se apiade y ayude donde el Estado no responde.

Los comentarios más duros hablaron de corrupción, de materiales que terminan en manos de revendedores, y de familias vulnerables que quedan atrapadas en trámites eternos mientras sobreviven como pueden.

Este caso vuelve a poner bajo la lupa la respuesta del gobierno ante los desastres naturales, la lentitud desesperante en la legalización de viviendas y el acceso desigual a recursos básicos. Mientras tanto, hay cubanos —ancianos, madres, niños— viviendo literalmente a la intemperie, esperando una ayuda que nunca llega.

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