Díaz-Canel muestra la nueva base de vehículos privados que se encargará de asumir el traslado de cadáveres en las funerarias de La Habana

Redacción

El régimen volvió a sacar la cámara, el guion y la sonrisa forzada. Esta vez, para anunciar con bombos y platillos la incorporación de 15 vehículos eléctricos al servicio necrológico de La Habana, en medio de un recorrido oficial encabezado por Miguel Díaz-Canel por varios puntos de la capital. Sí, leyó bien: carros nuevos… pero para los muertos.

La presentación se hizo en la Comercializadora Axess, una entidad del Ministerio del Transporte ubicada en Plaza de la Revolución, según informó la siempre obediente maquinaria propagandística de la Presidencia. Todo muy pulcro, todo muy “moderno”, como si el país no estuviera sumido en una crisis permanente.

Oscar Carvajal Serrano, director del Grupo Empresarial Automotor del Mitrans, explicó que estos vehículos cuentan con las condiciones técnicas para su recarga eléctrica, tanto por métodos convencionales como mediante paneles solares instalados en la base. Una maravilla tecnológica… al menos en el discurso.

La flota, aclararon, estará destinada exclusivamente a los servicios funerarios de La Habana. Y ahí mismo salta la alarma. La Habana primero, el resto que resuelva, una filosofía que el poder ha convertido en política de Estado.

Este anuncio llega en un momento especialmente delicado, cuando los servicios funerarios en Cuba están prácticamente en ruinas. Falta mantenimiento, falta combustible, faltan ataúdes, sobra desorganización y falta respeto por la dignidad humana, incluso después de la muerte.

En varias provincias se han documentado retrasos interminables, traslados improvisados y escenas que rozan lo macabro. No es exageración: féretros cayendo de carros en plena calle, cuerpos que pasan horas esperando ser recogidos y familias obligadas a vivir el duelo en condiciones indignas. Una tragedia normalizada por la incompetencia del sistema.

Mientras tanto, fuera de La Habana, miles de cubanos siguen sin poder despedir a sus muertos como merecen. No hay carros, no hay combustible, no hay respuestas. Solo silencio oficial y promesas recicladas.

Hace poco, el Gobierno también anunció la rehabilitación de crematorios y funerarias en la capital, incluyendo reparaciones en Santiago de las Vegas y Guanabacoa, además de mejoras en la mayoría de las funerarias habaneras. Otra vez, la vitrina primero y el país real después.

El mensaje es claro y ofensivo: en Cuba, bajo este régimen, ni la muerte escapa al centralismo, la propaganda y la desigualdad. Hay electricidad para los entierros en La Habana, pero apagones, abandono y miseria para los vivos en el resto de la Isla. Y todavía se preguntan por qué la indignación no para de crecer.

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