Lis Cuesta se desconecta de la realidad del pueblo y dice que la Navidad debería «ser solidaridad, desde todos y para todos

Redacción

La esposa de Miguel Díaz-Canel, Lis Cuesta, volvió a provocar molestia y burlas en redes sociales tras publicar un mensaje navideño que, lejos de felicitar al pueblo cubano, terminó sonando a regaño ideológico desde la comodidad del poder.

Desde su cuenta en X, Cuesta escribió que fechas como la Navidad “deberían ser solidaridad, desde todos y para todos”, pero que eso —según ella— no está ocurriendo. Ni una palabra de aliento, ni un deseo de bienestar, ni una mínima referencia a las penurias que vive la población. Solo una frase abstracta, lanzada al aire, como si el problema fuera moral y no político.

El mensaje vino acompañado de un enlace a un texto del intelectual oficialista Abel Prieto, titulado Encuentros y desencuentros con Santa Claus, donde el exministro de Cultura vuelve a cargar contra los símbolos navideños “yanquis” y llama a rescatar una visión “revolucionaria, anticapitalista y antimperialista” de las fiestas.

La escena resulta casi grotesca cuando se contrasta con la Navidad real que vive Cuba: mesas vacías, apagones interminables, precios imposibles y una pobreza que ya no se puede maquillar ni con consignas ni con artículos ideológicos.

En redes sociales, muchos usuarios reaccionaron con indignación ante lo que consideraron un nuevo gesto de cinismo desde la élite gobernante. Varios recordaron que hablar de solidaridad desde un gobierno que ha empobrecido al país suena, como mínimo, a provocación.

“Estoy esperando que Díaz-Canel se llene de solidaridad y me regale un Rolex o un Cartier”, ironizó un internauta, cuestionando de dónde sale el dinero para los lujos de la cúpula mientras el pueblo apenas sobrevive.

Otros fueron más directos y apuntaron al doble discurso. Mientras el oficialismo demoniza la Navidad como símbolo del “consumismo capitalista”, los hijos de los dirigentes celebran estas fechas fuera de Cuba, en Europa o Estados Unidos. El caso del hijo de Lis Cuesta, que vive en España, fue mencionado una y otra vez como ejemplo de esa hipocresía sin rubor.

“No seas cínica, Lis”, escribió otro usuario. “Fidel prohibió estas fiestas para el pueblo, pero no para su familia. ¿Ahora sí te molesta Santa Claus o solo cuando lo ve el cubano de a pie?”

El texto de Abel Prieto, compartido con entusiasmo por Cuesta, se queja de la presencia de figuras navideñas en comercios habaneros y lamenta que se pierda la “mirada martiana y revolucionaria”. Sin embargo, en la calle no hay debate cultural, hay hambre. No hay choque de símbolos, hay salarios pulverizados, medicamentos ausentes y familias rotas por la emigración.

Una vez más, Lis Cuesta logra lo que parece ser su especialidad: recordarle al país la enorme distancia que existe entre quienes mandan y quienes padecen. Mientras la élite habla de solidaridad abstracta y pureza ideológica, los cubanos enfrentan otro fin de año sin comida, sin luz y sin esperanza.

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