Tambor, el curioso perro cubano que pela cocos con la boca

Redacción

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No es cuento. Esta historia es tan real como tomarse un vaso de agua de coco. Tambor, un perro camagüeyano, tiene la habilidad, desde hace unos años, de pelar cocos con su boca.

El dueño, Arniel Hernández Ruiz, dice que su can es el mejor del mundo, no solo por cuidar celosamente su casa del reparto Juanito, sino porque no hay coco que sobreviva a su mandíbula.

“Primero nos escondía los cocos. Después los pelaba para jugar con ellos como si fueran pelotas. Luego nos exigía con ladridos que se los cogiéramos de la mata, para pelarlos, hasta que se hizo dueño de todos los que caían al suelo”, dijo sonriente el joven de 32 años.

Cuenta la familia de Arniel Hernández que Tambor es muy cariñoso y celoso con su hogar. “Es un vigilante de primera, a la casa no hay quien se acerque cuando no hay nadie. Es también un perro ratonero, caza los guayabitos y nos los pone en la entrada de la puerta, para que veamos su lealtad y eficiencia”, dijo la abuela Olga Rodríguez Caballero.

Este hermoso can, de 10 años, es todo un caballero: “Cuando se saca agua del pozo, sale corriendo para ayudar con sus patas delanteras, las que pone sobre las manos de quien esté halando el brazo de la bomba”, aseguró su dueño.

Entre las muchas historias de este perro sato; muy querido por su parentela humana, sorprende su capacidad de cuidar a su «hermanito» de crianza, Doqui, perrito de tan solo un año, al que le gusta la calle. “Las veces que se nos ha ido Doqui, Tambor es quien lo ha encontrado, a kilómetros de distancia”, contó orgulloso el joven.

Juguetón por excelencia y amoroso es Tambor, quien demanda de sus amigos los humanos, mucho juego y comida, “por eso se llama Tambor, porque la barriga se le infla de tanto que come”, dijo sonriente Arniel.

Mientras tanto, se preguntan: ¿de dónde Tambor saca fuerzas para pelar tantos cocos con su boca y luego jugar con ellos sin mostrar cansancio?

Por el momento, el familión de este popular cuadrúpedo se adelanta a sus deseos tumbando y ocultando los cocos en el techo de la casa. “Hay que velar los cocos para que no caigan al suelo, Tambor no da tiempo a nada. Su encía se puede dañar, y eso no es bueno. Incluso, a veces para que se sienta bien, le damos el agua de su coco pelado, y la toma con deseos”, afirmó este camagüeyano.