La era de “máxima presión” terminó y ahora queda ver qué camino tomará Joe Biden con Cuba

Luisa del Llano

Más de 60 organizaciones del exilio cubano en Miami piden al presidente Joe Biden que no saque a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo

Donald Trump, durante cuatro largos años, aprobó (sin resultados) un enorme número de sanciones contra el Gobierno cubano y, aunque muchos esperan un cambio de tono en la política exterior bajo la administración del prometedor demócrata Joe Biden, es muy probable que muchos de esos preceptos permanezcan vigentes.

Los expertos pronostican que Biden estará más preocupado con cuestiones internas (como el lanzamiento de la vacuna contra el nuevo coronavirus y el alivio financiero para los estadounidenses) como para priorizar el estado de su política para Cuba dentro de su agenda presidencial. Dado el conocimiento de Biden de América Latina y su participación personal en la política de Obama hacia Cuba, se cree que él es muy consciente sobre cómo la política exterior puede extenderse a la política interna de un país o región.

Biden tendrá que ser cauteloso con respecto a los cubanoestadounidenses del sur de la Florida, razón evidenciada durante las elecciones pasadas cuando estos abrazaron fervientemente las políticas de Trump que aludían al Gobierno de Cuba, dándole una cómoda victoria en ese estado.

Durante la campaña, Biden prometió que aliviaría las restricciones de viaje a Cuba y los límites a las remesas que los cubanoestadounidenses envían a sus familias en la isla, como parte de las críticas a la política exterior de la administración Trump en general.

Una esperada posibilidad es que Biden restablezca un acuerdo entre Cuba y las Grandes Ligas para permitir que los peloteros más talentosos de la isla sean reclutados, en lugar de salir de contrabando a través de terceros países.

Pero cualquier paso adicional probablemente requeriría alguna forma de reciprocidad por parte del gobierno cubano, han advertido los analistas de la relaciones entre ambas naciones.

Las relaciones entre Estados Unidos y Cuba cargan todavía con un misterioso tema sin resolver: los ‘ataques sónicos’ a fines de 2016 que causaron serios problemas de salud para casi dos docenas de diplomáticos en La Habana. Aún no está claro qué causó los peligrosos sonidos y quién es el culpable. El incidente permitió a la administración Trump reducir el personal en la embajada en La Habana y cerrar efectivamente los servicios consulares como el procesamiento de visas. El gobierno cubano ha rechazado siempre la idea de que los diplomáticos fueron atacados y, en caso que sí lo fueran, ha negado rotundamente cualquier implicación. Este tema podría significar una traba para futuras relaciones.

Con la muerte de Fidel Castro y la próxima jubilación de su hermano Raúl Castro de 89 años, el día a día del país también está ahora en manos del presidente Miguel Díaz-Canel, un líder relativamente desconocido y no probado. Este reconoció la victoria de Biden el 8 de noviembre y tuiteó que creía en “la posibilidad de relaciones bilaterales constructivas respetando las diferencias de los demás”.

La economía de Cuba depende en gran medida del turismo y necesita urgentemente reconstruir las relaciones con Estados Unidos después de que el nuevo coronavirus dejó sus hoteles vacíos durante los últimos ocho meses.