El Vedado, de la modernidad y la elegancia, al olvido y la destrucción

Redacción

El Vedado, de la modernidad y la elegancia, al olvido y la destrucción

Uno de los barrios más representativos de La Habana, El Vedado, se encuentra desde hace tiempo en peligro de perder su identidad por el abandono y la desidia de las autoridades cubanas.

Muy lejos ha quedado la época en que era símbolo de modernidad y elegancia, de prosperidad y turismo.

El Vedado, a pesar de ser relativamente más joven, padece del mismo mal que los demás barrios de La Habana: envejece muy mal y sus arrugas asoman por todas partes.

Dejó de ser ostentoso y sus fachadas son apenas una vaga sombra de lo que un día fueron.

Tras el triunfo de la Revolución de 1959 el Vedado comenzó a perder su identidad. Oleadas de marginales invadieron y tugurizaron las grandes residencias abandonadas por sus propietarias.

Todos sus valores arquitectónicos fueron destruidos, los patrimoniales saqueados. En un lugar donde nunca se había escuchado un toque de tambor o aparecido una gallina muerta debajo de una ceiba terminó por imponerse la cultura de la chancleta.

La barbarie cayó sobre los símbolos del Vedado. Uno tras otro fueron desapareciendo sus símbolos: el hotel Trotcha, el jardín de la familia Loynaz, el edificio Alaska.

Este último, uno de los más emblemáticos y majestuosos pudo ser salvado. Pero las autoridades juzgaron “más práctico” derribarlo y construir en su lugar un parqueo para el Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba.

El Vedado, que fue siempre el lugar más elegante de La Habana para comer, perdió su cultura gourmet en cuanto los grandes restaurantes como el Sofía, el Carmelo, el Centro Vasco, Las Bulerías y otros pasaron por la máquina de moler negocios de la gestión estatal.

Cierto que la mayoría todavía existen, pero ninguno goza del favor de los clientes. Demasiado robo en detrimento de la calidad y el servicio.

Irónicamente, mientras los parques históricos como el de H y 21 o el Menocal son destruidos impunemente por los vándalos ante la mirada indiferente de la policía; el Gobierno derriba una maravilla del art decó como el antiguo Hospital Pedro Borrás para construir “otro parque” y luego lo cuenta como una obra en saludo al 500 aniversario de La Habana… Farsa y bombo.