Vivir fuera de Cuba no es jamón… por esto pasamos los cubanos que emigramos

Redacción

Vivir fuera de Cuba no es jamón... por esto pasamos los cubanos que emigramos

Las costumbres, la cultura, y forma de vida de cada país es diferente, por lo que la vida de un migrante nunca es sencilla. En el caso de los cubanos, pudiera ser aún más complicado, porque el sentido del humor, la calidez y el carisma de la gente de su tierra, no lo tiene ningún otro sitio del mundo.

Para el cubano que viaja por primera vez, al llegar al aeropuerto se topa con el primer susto. El uniforme del guardia de Inmigración, frente a quien hay que pararse en una ventanilla para que revise al detalle cada palabra del pasaporte.

Durante el proceso, algunas de las preguntas que pueden poner nervioso al más pinto son: ¿Por qué viaja?, ¿Visita por tres meses? ¿Y vuelves?, a las cuales se debe responder sin ningún tipo de nerviosismo hasta que el guardia selle el pasaporte y se pueda continuar.

La primera vez que un cubano monta un avión es normal que sienta un poco de pena por no conocer cómo funcionan las cosas allí dentro. Lo más posible que pregunte en varias ocasiones sobre como abrochar el cinturón, o no se atreva por nada del mundo a pedir otra Coca-Cola por temor a que se la nieguen.

Comenzar a vivir en otro país es tener que aprender a vivir como los locales. Hay que aprender a utilizar el celular en caso de no saber, documentarse sobre el tema de los seguros, las tarjetas de crédito… y sin contar como se sorprenderá al descubrir un mundo lindo con autos nuevecitos de agencia, viendo mujeres maquilladas y los hombres usando camisas de cuello y corbata en los bancos.

Adaptarse a una nueva cultura y forma de vida puede que tome algún tiempo, pero lo que si se hace necesario lo más pronto posible es encontrar un empleo.

El proceso puede tomar semanas, sin importar cuanto hayas caminado buscando o lo que estés dispuesto a hacer. Si no tienes ningún amigo que te ayude, y además no dominas bien el idioma, es muy posible que sientas un peso enorme sobre tus hombros.

Cuando esto pasa, el cubano comienza a recordar el calor de su viejo barrio. La mente juega mala jugadas y el cubano empieza a añorar la mesa de dominó, los negrones diciendo cochinadas a las muchachas… todo es muy diferente a los rubios del nuevo país que parecieran no tener sangre en las venas y carecer de cualquier tipo de sentido del humor… imposible no romper a llorar más de una vez en esta etapa.

Así llega la melancolía. El cubano empieza a añorar cada vez más a una Cuba que probablemente sólo exista en su imaginación, con recuerdos acumulándose en cada rincón que sacan lágrimas al más pintado. Aquí se empieza a reconocer abiertamente que Cuba es un lindo país y que la gente es cálida como ninguna, se empiezan a decir todo tipo de expresiones cubanas y se defiende a capa y espada la isla de las críticas de cualquiera, no así su Gobierno.

Tras esto, llega la etapa final y se entra en la resignación absoluta. Se pregunta uno cuánto tiempo lleva fuera de Cuba, como si estuviese pagando una condena en una cárcel. Entonces se entiende, finalmente, que, aunque se resuelvan los problemas de la familia enviando algunos dólares, la solución que se necesita para ser feliz por fuera no cabe en ningún paquete de correo: la familia.

 

El regreso, quizás después de muchos años, se convierte también en emoción, en sueño, en las ganas de abrazar a amigos y familiares. Sin embargo, se encuentra siempre que lo que dejó atras y lo que encuentra ahora, nada tiene que ver a lo que creía recordar.

Se encuentra con que no conoce la novela que están transmitiendo, no sabe cuál es el grupo de moda ni a donde se dirigen las rutas, y en menos de 24 horas, si no fuera por su familia, poder regresar a su casa, pero ¿no es precisamente donde se encuentra justo en este momento?

La verdad es que una vez que se emigra y se lucha tanto por comprender y pertenecer a otra cultura, ya no se pertenece a ninguna parte, ya “No eres ni de aquí, ni de allá” como dice la canción, y es que ser cubano es realmente una carrera muy larga, y al emigrar se escoge, sin duda, el camino más difícil.

La vida para un emigrado, contrario a lo que muchos pudieran pensar, no tiene nada de “jamón”…