El negocio que se esconde tras la profanación de tumbas en Cuba

Redacción

El negocio que se esconde tras la profanación de tumbas en Cuba

Ernesto no es en lo absoluto un amigo de los cementerios, pero ese día llegó en horas de la mañana al cementerio de Colón para limpiar la tumba y prepararla para recibir a su recién fallecida madre. Con asombro, descubrió que en el lugar donde dejó a su padre hace cinco años, sólo había restos de un ataúd vacío. Las tumbas habían sido profanadas.

Las palabras proféticas en la lápida fueron esparcidas en mil pedazos después del último golpe del profanador sin escrúpulos que la violentó.

El mármol de Carrara importado a principios del siglo XX por sus antepasados burgueses no logró proteger las reliquias familiares que guardaba celosamente.

El temor a una profanación de las tumbas para propósitos relacionados con la religión es hoy uno de los principales motivos de los cubanos para cremar a sus seres queridos.

A pesar de la certeza con que el sepulturero intentaba convencerlo de que las osamentas están desapareciendo producto del efecto del tiempo, de tratar de sobornar a los funcionarios para obtener información sobre la ubicación de los restos de su padre, no obtuvo absolutamente nada.

Como si fuera el pasaje de la resurrección de los huesos del profeta Ezequiel, no había rastro de estos restos.

El robo de huesos con fines religiosos se ha convertido en un medio de “resolver” para los empleados en los cementerios del país.

“Cualquier persona que trabaja en una tienda “resuelve” (roba), o trabaja en un almacén, pero los trabajamos en los cementerios también tenemos que comer”, dice Luis Ernesto, un sepulturero que dice que su salario es de 250 pesos cubanos ($12) más 100 Pesos ($4,80) por trabajar en el cementerio.

Entre las ilegalidades vinculadas a los cementerios del país se encuentra la venta de las bóvedas pertenecientes a personas que han emigrado, así como sus ornamentos funerarios, especialmente el mármol de Carrara, el cual hace décadas que no se importa.

“Mi madre tuvo que ser incinerada después de ver esto. Pensamos que cremarla y dejar sus restos en la bóveda de la familia, pero un amigo de mi sobrina que conoce la santería nos aseguró que el mecanismo de robo entra en funcionamiento cuando tu avisas que vas a llevar los restos, por lo que finalmente arrojamos las cenizas al mar”, explica Ernesto.

En 2015 solo 6 131 cadáveres de las 23 641 muertes registradas en la capital cubana fueron incinerados. Incinerar un cuerpo en Cuba puede parecer barato en comparación con los estándares internacionales, pero sin contar el pago de 340 pesos ($16) o 115 pesos ($5,50) para los restos, debe ser complementado por un soborno para dar prioridad al proceso.

“Tuvimos que pagar 20 CUC para que pusieran en la cabeza de la lista de la incineración a mamá. Al regresar por las cenizas, las encontramos sobre un estante, en un jarrón de cerámica extremadamente rústico y sin identificación”, dice Ernesto, quien, al reclamar por la ausencia de un nombre que probara que los restos eran efectivamente los de su madre, recibió una respuesta lapidaria de la funcionaria de Servicios Comunales: “Es la única que tenemos, así que no puede confundirse”.

El uso de restos humanos en la religión afro-cubana de palo monte es un fenómeno recurrente en el país. Un “palero” (sacerdote de la religión de palo monte) de la isla que prefería el anonimato argumenta que “los huesos son esenciales”, sin los restos humanos, no hay trabajo espiritual.

“Para trabajos, solemos usar la cabeza (Macoyumba), brazos y piernas. Usted puede tener un esqueleto completo, pero lo que es más utilizado son estos tres elementos. Cabeza para pensar, manos para trabajar y pies para caminar”, nos explicó un palero.

Según los expertos, aunque no se cuenta con un estudio estadístico, en las últimas dos décadas se ha observado un ligero aumento de las expresiones religiosas y sincréticas, especialmente en temas relacionados con la animista afro-cubana, que son directamente relacionadas con el deterioro de las condiciones de vida.

De igual manera el palero explico que las manos y los pies del difunto se utilizan para la salida ilegal: “Cómo se utiliza no puede ser dicho porque es secreto, pero por ejemplo, si la persona tiene que caminar y cruzar las fronteras, toma los huesos del pie”.

El líder religioso piensa que su religión es muy mal entendida: “La mayoría de la gente cree que estamos trabajando con el mal y este no es el caso, usted puede elegir si desea trabajar con el mal o el bien. El uso de huesos humanos en algunos de los ritos no es exclusivo para nosotros. La iglesia católica venera las reliquias de los Santos, a quienes se le atribuye el poder”.

Por otro lado, los insumos para las ceremonias religiosas han aumentado en la última década.

“Los precios de los huesos pueden variar. Por ejemplo, un cráneo cuesta entre 70 y 90 CUC ($80 y $103), el resto de los huesos tiene un valor más bajo, pero siempre tenga en cuenta que quien hace el trabajo debe también comer,” dijo el palero, que trabajaba en los servicios comunales y asegura que en durante ese tiempo tuvo conocimiento de al menos 800 quejas por profanaciones que no pudieron resolverse.

Tener una bóveda puede considerarse un lujo y sin embargo no está seguro de que los restos de seres queridos sobrevivan al “negocio” que existe alrededor de los cementerios.

Frente a esta realidad, el país busca renovar la experiencia de La Habana y se están construyendo nuevos hornos de incineración en las demás provincias del país.