Cubanos deportados a La Habana: el dolor de un sueño roto

Redacción

El pasado lunes, un grupo de 123 cubanos fue deportado desde EE.UU hacia La Habana. Este es el primer viaje de este tipo organizado por la actual administración del presidente norteamericano Joe Biden, los cuales habían sido paralizados en diciembre de 2020 en medio de la pandemia del coronavirus. Según relatos de los deportados, la experiencia ha sido traumática y dolorosa.

Uno de los entrevistados por el periodista Mario Pentón para América TeVé dijo: “Es un dolor muy grande, nos sentimos traicionados”. Otro de los cubanos aseguró estar aún sin creer lo sucedido, ya que su sueño de una vida mejor en EE.UU se vio interrumpido repentinamente.

Además, relató que al bajarse del avión, tres personas fueron esposadas y llevadas a patrullas -dos de ellos estaban en libertad condicional por el cumplimiento de sanciones penales y otro era presunto comisor de un hecho de narcotráfico internacional-.

Los deportados cuentan que después de esto, fueron llevados en guaguas hasta el lugar donde les devolvieron sus pertenencias, pero con un sentimiento de tristeza e inmensa desolación. “Todos con un dolor inmenso, imagínense un sueño roto”, expresó otro de los entrevistados.

A pesar de que algunas personas fueron llevadas a terminales específicas del Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana y otros para la terminal de ómibus, muchos no tenían el dinero suficiente para regresar a sus hogares en las provincias. Según relatos de los afectados, los funcionarios cubanos les respondieron: “Nosotros no te obligamos a que te fueras”.

Finalmente, el tercer entrevistado hizo un llamado para que se preste ayuda a los deportados y a quienes aún se encuentran en proceso. Según el reporte oficial, 40 balseros y 83 migrantes irregulares detenidos en la frontera sur de EE.UU. fueron deportados, la mayoría proveniente de La Habana, Artemisa, Matanzas y Granma. Unos salieron de Cuba en 2022 y un menor número en 2021 y 2019.

La deportación es un tema muy delicado, y esta situación no es la excepción. Resulta necesario ponerse en los zapatos de los deportados, quienes se sintieron traicionados y sufrieron la angustia de verse separados de sus sueños.

Sin duda, este suceso ha dejado una huella en la vida de estas personas y en la sociedad en general, evidenciando la necesidad de buscar soluciones que permitan una mejor integración y aceptación de los migrantes en los países de destino.