La Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), en pleno auge de construcción en el año 2014, se convirtió en el escenario de un hallazgo histórico inesperado. Mientras se avanzaba en las obras, los constructores se toparon con un descubrimiento que cambiaría la percepción histórica de la región: los restos de un antiguo cementerio chino, el más antiguo registrado en América.
Este cementerio, del cual se tenían vagas referencias a través de las historias contadas por los ancianos de la localidad, se mantenía oculto bajo la densa vegetación y el manto del olvido. Fue el rugir de las máquinas y la remoción de la tierra lo que reveló lo que yacía enterrado: tarjas y artefactos funerarios que pertenecieron a aquellos que descansaban en este lugar sagrado.
Se cree que los restos pertenecen a los culíes chinos que arribaron a Cuba en la década de 1860, contratados bajo condiciones inhumanas para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. El Mariel, designado como puerto de entrada por las autoridades coloniales españolas, se convirtió en el primer contacto de estos trabajadores con la isla. Sin embargo, muchos de ellos, llegando en condiciones de salud precarias, fueron confinados en un Lazareto, una estación de cuarentena donde se les retenía para evitar la propagación de enfermedades.
Las condiciones de vida en el Lazareto eran deplorables, con una alarmante falta de higiene, agua y alimentos. Esta situación llevó a que muchos de los culíes chinos nunca lograran salir de allí con vida, encontrando su último descanso en el cementerio recién descubierto.
Se estima que alrededor de 290 culíes fueron sepultados en este lugar, aunque algunos cálculos sugieren que la cifra podría superar los 650. El descubrimiento de los constructores de la ZEDM no solo incluyó los restos del cementerio, sino también los vestigios de una capilla, un embarcadero antiguo y fragmentos del muro de piedra que delimitaba el área del cementerio, ubicado junto al hospital donde se internaban los enfermos.
Este cementerio, que data hasta el siglo XX, estuvo en uso incluso durante la República, cuando el Lazareto se transformó en un centro para el tratamiento de narcómanos. Sin embargo, con el cierre de esta institución, el cementerio cayó en desuso y fue engullido por la naturaleza, permaneciendo oculto hasta su reciente redescubrimiento.
Este hallazgo no solo arroja luz sobre un capítulo oscuro de la historia cubana, sino que también plantea la necesidad de preservar y estudiar estos restos para comprender mejor el legado y las vivencias de los culíes chinos en Cuba. La historia de estos trabajadores, marcada por el sufrimiento y la lucha por la supervivencia, merece ser recordada y honrada, y el antiguo cementerio chino del Mariel se erige ahora como un testimonio silencioso de su paso por la isla.